¡Es el cerebro, imbécil!
** Un lindo debate promovió por las redes sociales nuestro amigo Esteban S., al plantear que el cerebro es el único órgano en el mundo que se puso nombre a sí mismo, preguntándose luego por qué habrá elegido esa palabra tan rara para identificarse.
Bien vale la pena prestarle atención a aquella pregunta que nos permite alejarnos por un rato de los planteos crudamente racionales y generalmente recusables de Facebook. Además, si el cerebro viene a ser el cerebro de todas nuestras trapisondas, tendríamos que conocerlo mejor al muy ladino.
** Cerebro. ¿Por qué su nombre tuvo que ser masculino y no femenino? Comparto esa inquietud. ¿Por qué ese mismo cerebro al que en el barrio le decían seso y hoy se avergüenza de sus orígenes, en un alarde de machismo, a la hora de repartir el cupo femenino se lo otorgó a una minúscula vesícula o una problemática glándula tiroides? ¿Para qué hizo todo ese esfuerzo por mantener la primacía masculina, si después nos iba a defraudar poniéndole un nombre femenino nada menos que a la columna vertebral, que como su nombre lo indica, es la columna, o sea.
** Una nueva disciplina científica tuvo gran expansión en el presente siglo: la neurociencia, que incluye muchas ciencias que se ocupan de estudiar, desde un punto de vista inter, multi y transdisciplinario, la estructura y la organización funcional del sistema nervioso (particularmente del cerebro, seso, o ‘la sesera’ para quienes prefieren el género femenino).
** Pero sigue siendo más de lo mismo: el cerebro se estudia a sí mismo. De esa forma nunca nos declarará sus defectos, que son inocultables. Basta ver, por ejemplo, la destrucción de nuestro propio hábitat (el planeta), algo que ni los macacos o los chimpancés harían. Y si un día se demuestra que Donaldo Trump tiene un cerebro debajo de ese gato anaranjado, mayor confirmación.
Nunca confíes en los sesos
** Las neurociencias tienen a un puñado de hombres admirables que se ocupan de la divulgación científica haciéndola accesible a los de a pie; entre otros, Facundo Manes y Mateo Niro, gracias a los cuales ahora sabemos que nuestro cerebro es haragán, odia gastar energía y ser creativo. Quien lo corrige y lo hace esforzarse es la mente, que algunos definen como una dimensión o un fenómeno complejo que se asocia al pensamiento.
Bah, vendría a ser una especie de esposa que le rompe la duramadre todo el tiempo al cerebro para que el tipo se esfuerce un poco en hacer algo nuevo.
** Estanislao Bachrach es un divulgador científico al que contratan empresas para estimular la creatividad en sus empleados. El explica que un vaso de agua puede ser muchas cosas (y enumera varias al azar), pero el cerebro se planta; “¿para qué tanto?, te dice; ¿quinientas cosas tenemos que pensar?, si un vaso es un vaso y ya está. El cerebro quiere algo conocido, que sirva y que no tome riesgos. Ser más creativo es irse de esa comodidad. Entonces, fisiológicamente, cualquiera puede irse de ahí, aunque el cerebro no quiera hacerlo. Pero la mente es lo que hace la diferencia”, asegura el científico.
** “El cerebro es pura supervivencia”, dice Bachrach. “Por ejemplo, si vos dejás a tu cerebro solo, se tomaría diez de estos (señala su licuado de frutas). ‘Tomemos mucho por las dudas’, te dice. Y la mente ¿qué dice?: ‘No, tranquilo, a la noche tomas otro líquido’ «.
¡Mire lo que venimos a enterarnos; que al guacho no se lo puede dejar solo!
** A Dios gracias tenemos la mente. Si fuera por el cerebro solo estaríamos todos en los piquetes y nadie laburaría. Suena el sucio despertador y el cerebro nos dice: ¿ir a trabajar? ¡Naaaaaa! Pero ahí está la mente, que ya se dio una ducha fría y se puso los ruleros, que tironea desde una punta de la almohada y le recuerda al seso sus obligaciones, sus deberes, su dignidad laboral, le proyecta la cara de traste que el jefe le pondrá al día siguiente, y hasta le calcula cuánto perdería por presentismo.
No sé si queda medianamente claro la diferencia entre él y ella.
¡Pero mirá vos!!!
** El cerebro se define por tres premisas, aprobadas por la comunidad científica. La primera es que es egoísta. Te dice: «Todo lo que hago lo hago por mí, yo quiero pasarla bien, quiero sobrevivir». Por eso, si ahora aquel ciclista se cae, tu cerebro lo primero que dice es «uf, qué suerte que no me pasó a mí» y la mente va a decir «vayamos a ayudarlo».
** Mientras al cerebro te lo presentan canchero y poco esforzado, te dicen que la mente es nuestra herramienta para salir de la comodidad de este desgraciado que solo quiere sobrevivir. Según el científico devenido en divulgador (hablo de Bachrach), el cerebro actúa así: “sobrevivamos, no gastemos energía al pedo, tengamos cuidado con la energía”.
¿Y por qué lo hace? “El cerebro humano se formó hace cien mil años, cuando había leopardos: si vos estás gastando energía todo el tiempo, no vas a tener adrenalina suficiente para salir corriendo cuando ese gato cruel se te venga al humo para desayunarte. Por eso la cuida”.
** “La creatividad es decirle a tu cerebro ¿sabés qué?, no hay peligro ahí afuera, no me va a comer un leopardo, dame un poco de energía para pensar distinto».
Qué lo tiró. Avanzó la ciencia ¿y para qué?, para que aparecieran estos neurocientíficos a meternos bardo entre el cerebro y la mente, que hasta entonces se llevaban como Palito y Evangelina.
** ¿Y qué es ser creativos? No sé. En principio creo que es no revolear boludeces por Facebook sino más bien pensar en positivo y postear ideas superadoras.
Cerebro y mente de don Leoncio
** —M. Advierto que me estuvo escuchando, don Leoncio. ¿Qué opina de todo este asunto que nos revela la ciencia?
_L. Usted no me lo va a querer creer pero siempre supe que me adapté a mi cerebro. Yo soy sencillito en el gasto; para compañera me gusta la mujer ahorrativa; mi perro perdicero no es de andar gastando energía en ladridos inútiles; y a la Violeta usted la conoce, nunca le va a gastar una energía demás, ¡si le digo que le ha sacado el foquito a la heladera!
—M. Está bien, ya sabemos que el cerebro; el suyo, el mío, el de todos, es re haragán, pero ¿y su mente?
_L. Ella a veces le habla, fíjese, pero enseguida se ponen de acuerdo en dejar el asunto para mañana.
** _L. Ya que viene al caso, mangrullero; escuché decir que usted es un gaucho muy cerebral.
—M. Mmmm. No sé dónde habrá escuchado eso, pero soy bastante emocional, quizás mita-y-mita, no sé, pero ¿a qué viene esa pregunta?
_L. ¿Cerebral sería el que le hace mucho caso a su cerebro? Pregunto porque eso explica por qué usted tiene fama de haragán.
** —M. (…) Le pido que por respeto a la Semana Santa se guarde las ironías. No me haga calentar. Con usted hemos tenido conversaciones muy respetuosas, sobre los asuntos graves de la vida, y tengo la impresión de que eso está cambiando.
_L. Sosiéguese mangrullero, era para tantearlo nomás, me doy cuenta que es más bien… más bien… ¿cómo fue que usted mismo lo dijo?..
—M. Emocional.
_L. Eso. ¡E-mo-cio-nales! ¡Jah! Ahora que la ciencia sabe más, les llama de ese modo a los calentones. En mi pago les decíamos bombilla e’ lata a los que se calentaban fácil.
Explota el mundo y yo paveando
** _L. Y ya que menciona los asuntos jodidos de la vida y del mundo, mangrullero, ¿qué me dice del zafarrancho internacional que está armando el colorado ese que ahora manda en los Estados Unidos?
—M. He leído que actúa como un chico mal criado que cree estar jugando en la play cuando manda a bombardear un país apoyado por Rusia y Corea del Norte, donde hay otros peores que él y también cuentan con armas nucleares.
** _L. Se nos viene la noche mangrullero.
—M. No hay que ser tan dramático don Leoncio, aunque el boletín de Científicos Atómicos publicó la semana pasada que estamos a 30 segundos de la temida «medianoche», según los cálculos del reloj metafórico de ese grupo de observadores internacionales.
** El grupo de expertos que mide el grado de peligro desde 1947, adelantó 30 segundos el reloj, que ahora marca las 23:57:30, dejándonos a solo 2’:30” del desastre nuclear. El Boletín también manifestó que la probabilidad de una catástrofe global es «muy alta» y que las acciones necesarias para evitar los riesgos de holocausto deben tomarse «muy pronto»…
** _L. …Afloje con la payada, creo que no me entendió. Se está poniendo el sol y se nos viene la noche. Yo nunca vuelvo tan tarde al rancho así que disculpe, otro día me cuenta.