El pueblo cuyo dialecto debe ser preservado
Por Luis Jacobi (Director de Paralelo 32)
Cada 15 de abril se celebra el día del Alemán del Volga. La elección de la fecha responde a que en el año 1975 se celebró una reunión fundacional en la ciudad de Crespo, constituyéndose la primera comisión directiva (provisoria) de la Asoc. Argentina de los Alemanes del Volga, siendo electo presidente Victor Pedro Popp, entusiasta promotor de la idea desde sus inicios. Aunque para entonces los descendientes de aquellos inmigrantes que llegaron a partir de 1878 ya representaban uno de los grupos alóctonos más importantes del país, con unos 800 mil descendientes, no se hallaban en Entre Ríos muchas referencias al mismo más allá de los esfuerzos del pastor Jakob Riffel (Gualeguaychú) fundador de un periódico de habla alemana, que no trascendía el núcleo de los germano hablantes. Iniciativas similares hubo en poblaciones de la provincia de Buenos Aires, casi siempre ligadas a los templos de fe cristiana.
El objetivo de la Asociación sería el de reunir a todos los descendientes de Alemanes del Volga del país –a los que hasta entonces solo se identificaba como ‘rusos’ en referencia a su último país de residencia–, para mantener viva la tradición y costumbres de padres y abuelos.
Surgiría a partir de entonces un enorme caudal de información para enriquecer y documentar la historia, nacida en Rusia en 1764 con la fundación de la primera aldea alemana (Dobrinka) y modificada sustancialmente con el arribo de los migrantes al puerto Argentino y tantas otras naciones como Brasil o Estados Unidos.
A partir de aquel comienzo de 1975 el país entero conoció su cultura, sus tradiciones, y su historia relatada a través de incontables libros publicados en torno a este pueblo que en Entre Ríos tiene una muy fuerte presencia.
La identidad de este pueblo se vio robustecida desde entonces y hasta el presente los signos más identitarios son su música y su gastronomía, mientras que la lengua de origen tiende a desaparecer del habla cotidiana, aunque se trabaja para dejarla registrada por tratarse de un elemento de alto valor cultural
“El alemán del Volga es un derivado de una combinación de los dialectos de Hesse, Renania y Palatinado, y estos tres se escriben muy bien. Claro que hay palabras con sonidos difíciles, p. ej., entre la a y la o; está la e bien cortita, y también hay diferencias entre los que dicen Naas (nariz) y los que dicen Noos, pero todo eso tiene arreglo a la hora de escribirlo”, nos ilustra el profesor doctor René Krüger.
En las colonias alemanas de Entre Ríos la transmisión siempre fue oral y no escrita, por falta de codificación específica. Por esa misma razón, basta con acudir a Google para descubrir que, a diferencia de las demás etnias, todos los sitios relacionados con esta descendencia están escritos en español y lo propio sucede con los espacios de radio destinados a colectividades. Si bien esta característica habla de la asimilación e identificación plena con el idioma del país, la realidad es que no muchos, solo algunos eruditos, conocen el modo de traducir en letras un dialecto. En Rusia y aquí, para publicar un texto los volguenses siempre han utilizado el alemán estándar o académico, aunque también hay algunas historias breves e incluso una novela escrita en dialecto alemán del Volga.
Que no se pierda
Alrededor de dos décadas atrás hicimos un relevamiento desde Paralelo 32 para estimar qué proporción de niños en edad de cursar la escuela primaria, habían aprendido este dialecto como segunda lengua. El resultado indicó que, salvo excepciones, los niños y jóvenes de entonces no lo hablaban y la costumbre de hacerlo en la intimidad del hogar se hallaba en franca extinción, limitada por el entorno cultural y los matrimonios mixtos, con cónyuges de una raza o etnia distinta, y por el desinterés propio de las nuevas generaciones.
Nuestra consulta confirmó un proceso natural. En 1980, en la Rusia posterior al genocidio de alemanes del Volga, de los sobrevivientes que regresaron a Alemania ya muy pocos hablaban el idioma original.
Se debe trabajar en su preservación, asegurando registros de audio y estimulando la transmisión oral de este dialecto que se ha empobrecido ya en el trasvasado generacional, en cuyo camino se pierden palabras y modismos, voces testimoniales de una cultura ancestral.
Por suerte hay quienes trabajan en esa dirección. He mencionado al doctor Krüger, radicado en Gualeguaychú, quien desde hace alrededor de una década mantiene una conferencia con PowerPoint sobre el lenguaje alemán del Volga, analizando la formación del dialecto común en sus orígenes, compuesto por varios dialectos alemanes; la creación de palabras nuevas en Rusia; la incorporación de términos rusos; luego la formación de palabras nuevas en Argentina y la alemanización de términos castellanos.
Se conocen además tres tesis doctorales sobre este dialecto en nuestro país, y hasta un primer diccionario trilingüe editado en Bahía Blanca. Krüger tiene además en preparación un trabajo similar, en colaboración con su esposa (dialecto – alemán estándar – castellano) y los autores de aquel diccionario.
Se pueden hallar asimismo trabajos muy interesantes, como el de la investigadora del Conicet Yolanda Hipperdinger (Universidad Nacional del Sur – Bahía Blanca), y otras personalidades que ha dado esta etnia, como el Prof. Horacio Walter, gestor y Director de la recientemente creada Cátedra Libre de la Historia y la Cultura de los Alemanes del Volga en Argentina, de la Universidad Nacional de La Plata, de quien extraemos un párrafo de una de sus conferencias:
“Quizás el desafío más importante que tenemos por delante para esta
construcción, es la recuperación de los dialectos. Es la lengua la que
representa de un modo fiel el modo de vida y la calidad de vida de
una comunidad. Del mismo modo que reclamamos con la memoria
que no se nos mueran nuestros abuelos, así también reclamamos que
no se mueran nuestras voces, nuestros dialectos, nuestra lengua
[…]” La buena noticia es que las mentes más esclarecidas de este pueblo no han descuidado trabajar activamente en la conservación de la lengua que escucharon en la intimidad del hogar durante su infancia.