El milagro de transferir vida desde el más alto gesto de amor
Por Gustavo Werner (Paralelo 32).- La llegada de noviembre –entre la noche del lunes 8 y la mañana del martes 9- generó la decimosexta donación multiorgánica del año en el hospital Materno Infantil San Roque de Paraná, frente a la expectativa de cinco personas que se hallaban en lista de espera del Instituto Nacional Central, Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Las cinco se beneficiaron con diversos trasplantes, una de ellas en estado de emergencia nacional.
Es de destacar la entereza y solidaridad de cada familia donante en un momento de dolor y la zozobra que se vive ante la pérdida de un integrante menor de edad. Es que las donaciones pediátricas tienen una particularidad que las diferencia de las donaciones de adultos. En estas últimas, la ley prevé que se respete la voluntad de la persona que fallece, cuando han declarado su voluntad de ser donantes. En el caso de menores, son los padres o tutores los que deben dar su consentimiento para llevar a cabo la ablación. Ellos deciden. En ese sentido, Concordia y Gualeguaychú son dos ciudades desde donde se generaron en los últimos días pequeños milagros.
Un año
Hace casi un año atrás, un angelito partió de la tierra y la decisión de sus papás le permitió seguir viviendo a Mara Hollmann, niña que en ese momento tenía 4 años y medio, oriunda de Paraná pero con estrechos lazos familiares en Crespo.
En rigor, el 20 de noviembre de 2020 se cumplieron once meses desde que había ingresado en emergencia nacional del Incucai, necesitada de un trasplante de corazón para seguir viviendo. La fe inquebrantable de sus padres Gerardo Hollmann y Analía Grecco, logró su premio con la aparición del ángel donante que tanto tiempo esperaron.
Un viernes a la noche recibieron la noticia de que había un donante infantil que permitiría el trasplante cardíaco. El operativo de ablación continuó ya en la madrugada del sábado 21, noche eterna para esos papás, que abarcó desde valoraciones de compatibilidad hasta el esperado visto bueno de los médicos para que se concrete el trasplante.
Ese sábado a mediodía Mara ingresó al quirófano del Hospital Italiano de Buenos Aires para el trasplante de su deteriorado corazoncito por uno sano. Luego de seis horas, la angustia le fue dando paso a la felicidad con el final de la exitosa intervención.
Su historia
La pequeña nació con una cardiopatía congénita y desde los primeros meses de vida fue sometida a reiteradas intervenciones quirúrgicas. Estuvo once meses en lista de espera del INCUCAI.
A pocos días de haber recibido el trasplante en 2020, el 4 de diciembre recibió el alta ambulatorio y comenzó una nueva vida, tuvo su segunda oportunidad. Gerardo (37) siempre se mostró fuerte en este largo camino por una nueva oportunidad de vida para su hija, junto a Analía (37) y Maitena (10), la hermanita mayor de Mara (5).
A un año de aquel momento, Gerardo comenta a Paralelo 32 que “son días movilizantes. Nos toca justo ahora, este domingo, viajar a Buenos Aires, porque es momento de realizar controles de rutina pero también de una nueva biopsia, pautada, ya que se hacen a los 15 días, 6 meses y el año del trasplante, siempre y cuando todo marche bien, sin luces de alarma. Por eso, como Mara está muy bien, es el momento recién ahora. Por suerte todos los estudios dan bien, no hubo signos de rechazo en ningún momento y eso es una tranquilidad, sabiendo de todos modos que es algo con lo que tenemos que convivir. Esto es un implante, es un órgano extraño que se incorpora. De por vida tiene que tomar inmunodepresores, para evitar rechazos por ejemplo. Lo tenemos claro”.
En primera persona
Gerardo es Profesor de Educación Física, administra consorcios y está trabajando también en la planta asfáltica de Paraná. Reconoce que nada fue sencillo en este tiempo. “Fueron casi dos años que casi no trabajé, pero de a poco intentamos retomar la normalidad”, dijo.
“La pandemia nos favoreció en algún punto, nos permitió tenerla resguardada a ella por su condición en un momento en el que todos debían estar resguardados. No fue un caso aislado, sino que fue algo generalizado, lo mismo que el uso del barbijo. Hoy todos lo usan o lo usaron, por lo que no fue extraño para ella”.
Llegando al presente, comentó que “Mara ya puede hacer una vida casi normal hoy, con todas las restricciones de la pandemia lógicamente. Ya empezó a cursar jardín de infantes, está escolarizada y es un punto a favor que nos pone contentos como papás. Hasta hace actividad física, le gusta bailar y va a una academia para aprender, siempre con los recaudos desde el punto de vista de la infectología. Siempre hay cuidados con la alimentación, por supuesto, pero estamos tranquilos”.
Explicó que “A su medida, por la edad que tiene, sabe todo lo que pasó y lo expresa a su manera. Sabe que tenía un corazón enfermo, que necesitaba curarse, que de un ángel recibió un corazón nuevo, de alguien que le permitió seguir adelante, es decir, a su manera tiene claro todo lo que sucedió”.
El papá de la pequeña aprovechó para agradecer “A Crespo, que siempre estuvo presente y a disposición de Mara. Mi señora es de Crespo. Mis suegros son de Crespo, aunque están viviendo en Paraná. Mis cuñados viven en Crespo”, enumeró.
Números
En nuestro país anualmente se realizan entre tres y cuatro ablaciones pediátricas de corazón. Consciente de que no es fácil lograr un trasplante pediátrico, Gerardo no deja de agradecer una y otra vez a la familia donante.
Del mismo modo destaca la voluntad de esos valientes papás que en el momento más difícil de sus vidas y en medio de tanto dolor, dieron el consentimiento y donaron los órganos de ese niño para que pueda brillar en otros pacientes.
Sin eso, la historia tal vez hubiera tenido otro final. El final feliz para Mara lo decidieron esos papis que hicieron carne aquella frase que dice que “Los órganos no van al cielo. Si se quedan en la tierra, salvan vidas”.
La importancia de la Ley Justina
Durante la entrevista con Paralelo 32 Gerardo hizo referencia también a la Ley Justina, que causó gran impacto en este tiempo. Pero enseguida aclaró que “la donación pediátrica sigue teniendo muchos impedimentos, más que nada por cuestiones legales. Todavía se necesita el consentimiento de uno de los padres y, en el caso de estar ambos, si uno no está de acuerdo prevalece esa postura. También es mucho trabajo hacerlo ante accidentes traumáticos, porque aun si ambos están de acuerdo, no se puede hacer sin autorización de la fiscalía que está de turno en el caso”.
Su propuesta fue y sigue siendo hablar de donación pediátrica. Entiende que esa es la clave, con lemas que son ya para él una filosofía de vida. Donar es vida, hablar de donación pediátrica y entender que los órganos no van al cielo, no son simples frases para él. Las hizo carne. Las vive aún hoy.
Por eso ratifica que debatir es clave para entender y promover el diálogo es fundamental. “Soy de los que creen que la Ley Justina generó conciencia social, que es mucho más importante que lo que te pueda imponer una ley. Hay un movimiento social en torno al tema, la mayoría pasó a ser donante por su propia voluntad, más allá de lo que dice la ley”.
Esa ley fue inspirada en el caso de Justina Lo Cane, menor de 12 años que murió en la Fundación Favaloro mientras aguardaba un trasplante de corazón y establece que todas las personas son donantes, salvo que en vida hayan expresado lo contrario. El gran cambio que lleva adelante esta nueva normativa, que quedó reglamentada bajo el número 27.447, es que toda persona capaz mayor de 18 años es posible donante de órganos o tejidos, salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario. Entonces, antes de hacer una ablación, los médicos deben corroborar si el donante, en vida, informó su negativa, algo que se puede hacer a través del INCUCAI, el RENAPER, los Registros Civiles, los Organismos Provinciales de Ablación e Implante, el Correo Oficial, o el perfil digital de Mi Argentina.