El chico que del bullying escolar pasó a ser aclamado en Europa

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Estuvo visitando a su familia y amigos y se dio un tiempo para pasar por Paralelo 32 para hablar sobre la vida y las cosas. En un mes de junio de hace cinco años, Daniel Wendler se radicó en Berlín, Alemania. “Aprender alemán lleva tiempo. Llegando a Berlín yo me manejé mucho con inglés en principio, tenía un inglés medio básico, una vez que estás ahí lo vas curtiendo. También es cierto que hay una cultura de habla hispana muy grande, hablo mucho español en mi vida cotidiana. Me metí de lleno a estudiar alemán que fue como estudiar una carrera de idioma, hoy día ya estoy mucho mejor, terminé los niveles, ya estoy haciendo un montón de actividades en alemán porque mi contexto de trabajo es muy híbrido. Además de artista siempre fui profe de canto sobre todo, entonces en mis clases doy clases en español, en alemán, en inglés y en el contexto de trabajo también. También trabajo en Francia, francés entiendo mucho pero todavía no me puse a estudiarlo, vamos por partes”, nos cuenta este joven artistas que estudió en Buenos Aires canto, baile y actuación; lo que lo convierte en un “multitasking”, como le gusta denominarse.



–¿Cómo fue tu niñez y adolescencia en Crespo, donde estudiaste e hiciste arte desde pequeño?

_Para mí la adolescencia fue una época divina, la parte que no cambiaría por nada en mi vida. Siento que tuve una adolescencia increíble, de hecho yo vuelvo a Crespo y tengo mis amigos que están y nos juntamos, cada uno hizo su camino y tenemos elecciones de vida muy diferentes y sin embargo, es como que nada ha pasado y para mí eso es divino. Yo estudié desde el jardín hasta el secundario en el Colegio Sagrado Corazón. La primaria fue medio compleja, por el bullying y todo eso lo sufrí un toque más; yo era medio líder pero al mismo tiempo corría con eso de ser muy diferente a mis compañeros, era como el raro. Después en la secundaria encontré mi vocación, empecé a hacer teatro, empecé a bailar, a cantar un montón.

–Dirigías un grupo de teatro y representaron varias obras.

_Sí, ‘Haciendo Sendas’ se llamaba y después le cambiamos el nombre por uno más marketinero ‘Sendas’. Tengo el recuerdo de que a la par del secundario iba al conservatorio de música en Paraná, también había estudiado en el IMEFAA, después seguí con Juan pablo Brambilla y él me dijo: “Dani tenés que ir a la escuela de música”. Estoy muy agradecido en verdad, porque me abrió un camino más profesional si se quiere. Entonces yo iba y venía entre Crespo y Paraná, con el grupo de teatro y las obras que escribía era como una vida de locos, pero divina.

— Dijiste bullying en algún momento, en la escuela primaria, donde todavía no se trataba tanto el tema, ¿desde qué lugar lo sufriste vos?

_Creo que yo era muy diferente, también porque estaba expuesto, era el que cantaba y tocaba la guitarra en las misas, tenía una voz muy aguda, tenía gestos muy femeninos y era blanco de las burlas. Siempre tuve alma de líder y eso me hacía recular bastante, eran los 90 también, ni en la escuela supongo que lo entendían. De hecho, el otro día lo hablábamos con mi mamá y nos reíamos, porque si eso pasara hoy, los que hubiesen sido señalados hubiesen sido los otros.

–¿Había cierta crueldad no?

_Los niños son un poco así, son un poco crueles, de a poco con el tiempo se actualiza el software y lo diferente deja de ser un peligro, de las cosas que antes se reían son las cosas que uno hoy abraza y asume como parte de la vida misma.

El trabajo

–Hablemos de lo que estás haciendo en Europa, ¿qué tipo de obra presentan y como es el elenco?

_Desde el año pasado estoy trabajando en una producción bastante grande en Francia. Es una obra híbrida, cantamos música coral de siglo XV y XVII, mezclado con danza contemporánea, una escenografía increíble, la obra es poéticamente muy preciosa, tiene un nivel de complejidad grande, de hecho somos 13 performers (artistas intérpretes o ejecutantes) los que estamos ahí, de distintos lugares, gente de Francia, pero otros que viven en Italia, Bélgica o yo de Alemania. Es una producción grande con proyecciones hasta el 2024. Ya hicimos varias temporadas en varias ciudades de Francia, también en Viena y Bélgica. Estoy muy contento de poder trabajar en esto, porque toca justo las cosas en las que yo estoy metido en este momento, música clásica, académica más bien barroca antigua cruzado con el movimiento.

–¿La remuneración de tu trabajo te permite vivir tranquilo de esto?

_Sí, allá se vive mucho mejor, la calidad de vida es mejor, trabajas menos y te pagan más, eso es muy loco. Cuando llegué sentía que no estaba trabajando, venía de estar trabajando 9 años en Buenos Aires, y ahí fue donde hice el click, dije: “Yo me tengo que ir de acá”. Trabajaba en el Colón, en una obra independiente, tenía como 10 alumnos, y así y todo llegaba a fin de mes con lo justo. Entonces dije: “No hay nada mejor que esto en este país, estoy en el mejor teatro de Argentina, que es el teatro Colón, entonces ¿qué hago? “

–¿Abramos un paréntesis aquí, ¿cómo fue trabajar en el Colon?

_¡Increíble! Recién me egresaba del San Martín, de danzas, me llamaban para audiciones cerradas, estábamos como en una élite los que nos egresábamos. Trabajé bailando en “El barbero de Sevilla”, y además, en una ópera contemporánea con un director alemán que había venido.



La familia y la pareja

–¿Cómo está compuesta tu familia?

_Tengo una hermana, Diana, más grande, que es 4 años más grande que yo, y después mi mamá y mi papá. 

¿Cuando estás en Alemania extrañas o el vértigo contrarresta eso?

_¡Sí claro! siempre se extraña. Es interesante porque cuando estoy acá extraño a mi pareja que está allá. Siempre se extraña a alguien; más los artistas que construimos familia en donde estamos. Yo siento que tengo a mi familia, la matriz de donde vengo, pero después tengo un montón de familias que siempre extraño. Por eso me encanta cuando vengo o cuando estoy viajando, sentirme como en casa.

–Con tu pareja ¿se fueron desde acá o lo conociste allá?

_Yo a Fran lo conocí allá, en Berlín hace como 2 años. Él es peruano y vive hace como 16 años allá, o sea que hoy en día es alemán. Él es artista también, estudió teatro musical en Alemania.

En primera persona

–Alguna vez te pusiste a pensar qué hubiera pasado si no te ibas de Crespo?

_Lo pensé cuando tenía 18, ya trabajaba en IMEFAA, en un taller de teatro musical, tenía mis alumnos, toda la vida di clases, tenía mi grupo de teatro, tenía cierto reconocimiento, me la podía inventar y generar, me iba a costar pero yo igual la veía. En ese momento yo tocaba mucho guitarra en el conservatorio de Paraná, hubiese podido meterme en el Superior y meterme de lleno con eso, si bien vivir de artista es difícil. Yo me fui, no tanto por la ciudad, sino por una inquietud personal; no me aguanto, me tengo que ir, soy curioso, como que no me alcanza, tengo hambre de aprender cosas, me gusta enfrentarme a cosa que no entiendo, a textos que son un desafío, como artista también soy así.

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