El Centro Recreativo y Cultural Ferroviario festeja 75 años
Una de las instituciones deportivas más significativas para Crespo es el Centro Recreativo y Cultural Ferroviario. “El Ferro”, como popularmente es conocido, fue fundado el 20 de mayo de 1945 por un grupo de empleados del entonces Ferrocarril Central Entrerriano y amigos, muchos de los cuales eran amantes de las bochas, según cuenta la historia. Este miércoles la entidad que lleva los colores rojo y verde cumple nada más ni nada menos que 75 años.
Desde la comisión nos hicieron saber que estaba programada y organizada una gran cena show por el aniversario especial, pero debido a la pandemia se postergó no teniendo nueva fecha de realización aún. Este evento se iba a llevar a cabo el sábado 23, con importantes sorpresas. También supimos que este miércoles, la idea es hacer un pequeño acto entre las autoridades de la institución y de la Municipalidad de Crespo –obviamente tomando todas las medidas de prevención-.
Uno de los pilares claves para que un club se mantenga de pie y crezca, son los colaboradores; que desinteresadamente regalan tiempo y trabajo. En el Ferro hay muchísimas personas con sentido de pertenencia y que hace varias décadas obran por la entidad. Uno es Omar Dechand, quien accedió a dialogar con Paralelo 32.
“Hace casi 40 años que voy al club. El que me llevó fue Ramón ‘Moncho’ Gerstner, empezamos a ir para jugar a las cartas y después nos fuimos para el lado de las bochas, el deporte que hicimos por varios años. Primero solamente en el club y luego comenzamos a salir a los campeonatos por toda la zona. Y hace dos o tres años que dejé las bochas, por un tema de trabajo; juego de vez en cuando pero solamente para divertirme”, recordó Dechand.
–¿Era bueno jugando?
– No sé si era muy bueno, pero tengo varios trofeos (entre risas).
Omar pasó por todas las facetas dentro de la institución: jugador, colaborador y padre de jugador. Sobre esto dijo: “El Ferro es eso, el Ferro es una familia. En mi casa somos todos hinchas. Yo formé parte de la comisión durante muchos años, y ahora mi hijo Claudio integra el grupo de trabajo, además de ser jugador. Cada vez que puedo sigo colaborando, especialmente en las ventas de pollos me encargo de asarlos. Siempre trato de ayudar para que la institución crezca. Y también es importante el acompañamiento de la familia. Para que las cosas salgan bien la familia tiene que acompañar, siempre tienen que estar al lado tuyo”.
La última obra del club fue reacondicionar y techar la zona de churrasqueras. Y justamente el encargado del fuego en el Ferro es Dechand, quien seguramente será el que más la aprovechará. Cuando le preguntamos por el tema, afirmó: «Para mí es importantísimo lo que hicieron ahí. Estos últimos años, el Ferro ha progresado un montón. Principalmente con las canchas de sintético, que están espectaculares. Y ahora tener más lindas las churrasqueras, también es grato. Se pueden hacer 200 pollos en una sola asada, eso antes no lo podíamos hacer. Tenemos un lugar más acondicionado, bajo techo y todo cerrado; quedan cositas por terminar todavía pero ya está hermoso”.
–¿Probó las canchas sintéticas?
– Sí sí, son muy lindas. Juego cada vez que puedo. En las nuevas canchas hay que tener mucho pulso, es diferente a las que jugábamos nosotros. Pero no pierde la esencia; las bochas es un juego muy serio, muy limpio.
–¿Hizo amigos a lo largo de estos 40 años en el club?
– Claro, muchísimos amigos. Lamentablemente algunos se han ido y esa es la parte más difícil, la que más duele.
–¿Cada cuanto iba al club?
– Toditas las noches. Aunque sea pegaba una vuelta, veía a mis amigos unos minutos y me volvía a mi casa. Y si tenía un rato, jugaba un partido de bochas. Y con el pasar de los años, uno llega a una edad donde ya no va tanto; pero siempre trato de pasar cuando puedo porque es parte importante de mi vida.
–¿Qué significa el Ferro para usted?
– Es compartir tiempo con amigos. Ya sea jugando a las bochas, a los naipes, al pool o hablando. Siempre hay algo que nos une. En mi caso específicamente es las bochas, pero es un lugar donde se junta mucha gente y la pasa bien.