Dominga Ayala, pura sabiduría y una envidiable memoria
Crespo- Dominga Ayala de Almada es la mujer por la que la Comisión Permanente de Homenajes de la provincia de Entre Ríos declaró el 8 de octubre -fecha de su nacimiento- como el Día de la Madre Costera.
Nació en Colón en 1932 y vivió en una isla del río Uruguay hasta sus 8 años. A esa edad emprendió una travesía en canoa junto a su familia, hasta llegar a Paraná. El viaje no fue tan placentero como esperaban. Tuvo de todo, incluida una gran tormenta antes de llegar a Concepción del Uruguay. Francisco Celestino Ayala y Faustina Valdéz junto a sus ocho hijos tuvieron que sortear varias dificultades para llegar a la capital entrerriana en aquella gran canoa cargada de alimentos y elementos para la supervivencia, pero también de ilusiones de una nueva vida.
Contó a Paralelo 32 que, “Vivíamos en una isla frente a Paysandú, donde era frecuente tener que abandonar todo, porque se inundaba hasta la ciudad, que estaba a dos leguas. Prefectura nos auxiliaba y contenía hasta la bajante y volvíamos. Cansados, mis padres decidieron venirse a la costa del Paraná, porque se podía vivir de la pesca y estar en una zona alta. Fue así que en 1940 emprendimos un viaje que duró 2 meses y 7 días. Pasamos toda clase de peripecias, pero llegamos. Nos vinimos en una canoa grande a remo y vela en el tiempo de viento; aunque la vela es incómoda por la sobrecarga. Éramos diez, ocho gurises, mi mamá y mi papá”.
“A veces no encontrábamos tierra para acampar, así que teníamos que fondear en los carrizales y pasar la noche sentaditos, a esperar de un nuevo día. Estábamos familiarizados con el río, pero dormitábamos apenas por el ruido que hacía el agua contra la vegetación. A veces, si el tiempo estaba bueno, navegábamos de noche. Buscábamos las costas de las islas porque era una forma de encontrar refugio en caso de tormenta. Aunque el tiempo estuviera lindo vivíamos mirando el cielo por si aparecía una nube negra”, agregó.
Se afincó en Puerto Sánchez, donde, luego de un tiempo, conoció a su compañero de vida, Domingo Almada, levantó su casa, educó hijos, trabajó, haciendo de todo. Cuidaba embarcaciones, limpiaba ranchos de fin de semana, recibía turistas, hacía tareas junto a sus hijos. Con el paso del tiempo, músicos, poetas y pintores se vieron atraídos por su sapiencia y carácter, y se volvió motivo de composiciones que son parte ineludible del acervo folclórico.
Mujer de la costa
Desde 2016 Dominga vive en casa de su hijo Martín y su nuera Inés, en Barrio Guadalupe de Crespo. “Estaba con algunos problemas de salud y me invitaron a venir”, recordó a este medio.
Con una vitalidad envidiable, hizo un recorrido mostrando paredes que hablan por sí solas: reconocimientos y distinciones; fotografías encuadradas con grandes exponentes de la cultura y una gran pintura de pescadores a orillas del río, pequeña síntesis de su vida familiar.
En su hablar, incluye giros reflexivos permanentes. Su temple y buen ánimo dan lugar al diálogo fecundo. La referente de la cultura paranasera cuenta su vida en el libro ‘Mujer de la costa’, editado este año por ‘170 Escalones’. Allí rememora otros tiempos de ese rincón de la capital entrerriana, las inundaciones, su relación con grandes artistas como Linares Cardozo o «Polo» Martínez, la lucha contra la represa del Paraná Medio y los días junto a su compañero.
La edición incluye un álbum de fotografías y poemas y letras de canciones de su autoría y de otros compositores que se inspiraron en ella. Cuenta con el apoyo del Fondo Económico de Incentivo a la Cultura, las Artes y la Ciencia (FEICAC) de la Municipalidad de Paraná.
La inspiró a volcar su experiencia en un texto literario otra actitud destacable: «Mi esposo falleció en 1986, y mi hijo me pidió irse a Prefectura a Buenos Aires. Como quedé sola, me inscribí en un Programa de Educación para Adultos y tuve la acreditación de Primaria completa. Mi maestro decía que por las vivencias que tenía, podía hacer un rescate cultural y siguiendo sus consejos, fui volcando mis recuerdos en papelitos. Con la pandemia, junté lo que tenía y me puse a escribir”, dijo. 170 Escalones, desde Paraná, además de un portal con contenido periodístico, genera producciones especiales, y un fiel ejemplo es el libro de Dominga.
Canción de cuna costera
Los relatos no escatiman en detalles. Ella es también musa inspiradora de la ‘Canción de cuna costera’, de Rubén Manuel Martínez Solís, conocido como Linares Cardozo, que superó las fronteras y llegó a traducirse en 14 idiomas.
Recordó que: “Estaba amamantando a mi segundo hijo, Martín Domingo, y se acercó un señor que muy educadamente me preguntó si tenía ascendencia correntina, a lo que respondí que sí y le conté parte de mi historia. Me pidió permiso para pintar un cuadro con el niño amamantando. Le contesté que lo consultaría con mi marido, quien aceptó, y todo empezó. Nunca imaginé que llegaría a trascender tanto, primero el boceto de una madre costera, luego la canción que escribió. Jamás pude imaginar que la ternura de una humilde madre costera podría inspirar esa canción que fue un éxito que quedará para siempre en la memoria del cancionero entrerriano, siendo reconocida internacionalmente”.
“El gurisito costero” es Martín Domingo Almada. Nació el 9 de julio de 1954 y es el segundo hijo de Dominga Ayala y Domingo Almada. Siguiendo los recuerdos, Dominga planteó que “Conocerlo a Linares fue uno de los regalos más lindos de la vida. Daba gusto conversar con él, un hombre de enorme sensibilidad. Con él supe del apretón de mano firme y la mirada dulce del amigo. Supo estar presente en situaciones en las que estuvimos mal, con riesgos de desalojo incluso. Nosotros siempre tuvimos gente de afuera: gurisitos que quedaban en la orfandad o que estaban enfermos. Tengo tres biológicos pero crié varios más. Linares veía eso y anotaba en papelitos palabras sueltas, frases, cosas. Una mirada que acaricia, el sonido de un arrorró, una canción de cuna. Lo quise mucho”.