Del polvo de aquella explosión, a estos lodos
** Una persona de mi afecto, hombre católico, ferviente creyente en Dios, me dijo cierta vez con firme convicción: “el hombre elije cuándo morir”. Aunque al partir de este mundo me dejó la impresión de que él verdaderamente había elegido su hora, nadie ha podido desmentir el texto bíblico: “Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?» (Lucas 12:20), y uno se apega también a la evidencia empírica, es decir basada en la experiencia y en la observación de los hechos.
** Nadie elige cuándo morir, mucho menos Stephen Hawking, que afirmaba que la ciencia no deja lugar a los milagros. En otras palabras, no creía en un ser superior creador y mucho menos uno con quien negociar fechas. Sin embargo los médicos le diagnosticaron que no viviría más de 25 años y murió o eligió morir a los 76. ¿Eligió? ¡Hummm! Si le hubiesen dado a elegir quizás dijera: ¡Quiero ver pasar una vez más el cometa Halley por favor! (su próximo perihelio está calculado para el 28 de julio de 2061)
** Otros pensamos que el Creador, en su misericordia, a veces les da un gustito a los científicos porque llegan a la tierra en misión de avivar a la humanidad, y en ese plan le permitió a Hawking apagar su cerebro ilustre justo en el Pi Day (Día Pi), y además en la fecha de nacimiento de Albert Einstein, con quien se lo compara.
El Pi no es cualquier pi
** El científico más notable que se conozca nacido en el siglo XX, falleció el miércoles 14 de marzo, justo en la fecha de nacimiento del más notable del siglo XIX, Albert Einstein, pero además en el Día Pi, un hito de la ciencia, casi una llave que abrió puertas asombrosas. Y al decir esto me he metido en un berenjenal mayúsculo porque no sabría cómo explicar, en su extraordinaria dimensión, el significado del número Pi = 3.14159265359… Es un número infinito, interminable, que en la escuela nos fue presentado como Pi = 3.14 y con eso ya teníamos bastantes problemas.
** Gracias a ese número, fórmula o como se llame, conocemos los algoritmos y gracias a éstos los ordenadores (computadoras). Con la base del número Pi, la Nasa y seguramente también el programa espacial soviético, han podido llegar lejos en el espacio y mantener a sus naves en línea recta, calcular tamaños de planetas fuera de nuestro sistema solar, es posible Internet y todo lo que en ella vive… etcétera, etcétera, etcétera.
¡Mirá vos el piojoso Pi = 3.14! al que creíamos apenas útil para calcular una circunferencia.
** Tuvo una importancia parecida a la creación del número 0, que se atribuye a la civilización maya por evidencias arqueológicas que fueron halladas, datadas en el año 36 antes de Cristo. A Europa el cero llegó alrededor del año 1200 de la era actual, de la mano de los árabes. Antes de eso, Rafaella Carrá cantaba: 3…3…4,5,6…, y Messi habría hecho un solo gol en la Champions League porque le faltarían dos ceros. Así de grave, así de importante; para que lo entendamos.
¡Bang! Y todo fue polvareda
** “Cosa extraña el hombre; nacer no pedimos, vivir no sabemos, morir no queremos”, es una de las frases que inmortalizó Facundo Cabral, o quizás la frase lo inmortalizó a él. De alguna forma describe que no se elige la fecha de la muerte, como tampoco la del nacimiento. Pero quiso la casualidad o alguna fuerza extraña en las que Hawking no creía, que le tocara nacer el 8 de enero de 1942, justo el día en que se cumplían los trescientos años del nacimiento de otro genio que asombró al mundo: Galileo Galilei. Los cabalistas están de fiesta por esta conexión de fechas.
** A Hawking se lo relaciona con el Big Bang, que según las teorías sería el principio del universo, que se originó en una explosión de energía concentrada del tamaño de una pelota de golf. Las observaciones sugieren que el universo como lo conocemos empezó hace aproximadamente 13.810 millones de años (con 1% de error). Pero se necesita mucho más que un científico y recorrer un largo camino para llegar a demostrar una teoría.
** Fue un sacerdote católico y astrónomo, el belga George Lamaître, el primero que hipotetizó en 1927 con la posibilidad de que el universo estaba comprimido en un pequeño punto, el ‘átomo primordial’, que en un momento dado se expandió y dio lugar a todo lo que conocemos ahora, incluido el espacio y tiempo. Él llamaba a este principio de los tiempos el ‘día sin ayer’. No sabemos si lo excomulgaron o lo quemaron en la hoguera.
Paso por paso
** Tan solo un par de años después (1929), el astrónomo estadounidense Edwin Hubble descubrió que las galaxias se alejan de nosotros a gran velocidad. También observó que cuanto más lejos están de nosotros más rápido se alejan. Tras analizar los datos concluyó que el universo se expande de manera uniforme. Esto significa que en algún instante del pasado todas las galaxias del universo estaban amontonadas en el mismo lugar y comprimidas, alguien arrimó un fósforo y ¡Púm!
** Pero a las teorías hay que demostrarlas, no tiene valor el “me parece que…” Otros científicos completaron otros hallazgos y Hawking hizo grandes descubrimientos estudiando los agujeros negros del espacio. ¿Qué hay antes del big bang? Nada. “No hay nada más al sur del Polo Sur, así que tampoco había nada antes del Big Bang», declaró.
Otras teorías, aún por comprobarse, dicen que el nuestro no es el único universo, que en otras dimensiones conviven miles o millones de ellos, cada uno en su dimensión.
** Es perturbador ponerse a pensar que todo podría seguir siendo nada, ningún sur, ningún norte, ¡nothing! ¿A quién o a qué se le habrá ocurrido amasar una pelotita y hacerla explotar hace casi 14 mil millones de años, esperando hasta ahora algún resultado, solo para que pudieran nacer muchos Hitler y pocos Hawking? ¿Qué somos? ¿Por qué éramos necesarios? De no haber explotado ni siquiera podríamos arrepentirnos por no haber nacido. Nada. La nada es nada, es cero, y no estaríamos discutiendo esto.
Todo por un aburrido
** Uno puede pensar que quizás aquel que hizo explotar la pelotita de golf estaba loco de ganas de escuchar música (los que no, terminan en la demencia), de abrazarse con alguien, de caminar una playa al amanecer, clavarse una milanesa… y dijo “hágase y esperemos”. Los científicos dicen que todo fue casualidad. Se oyó ¡púm! y ya nadie lo pudo parar; terminó en Maradona grabando audios todos los días desde Kuwait para civilizar a la humanidad a través de las redes sociales.
** Después vinieron estos genios y nos dieron las maravillas electrónicas, miles de científicos desarrollando durante décadas el proyecto de un televisor LED para que pudiésemos estar al tanto de cómo están resolviendo sus vidas sentimentales Poroto Cubero y Benjamín Vicuña.
** Gracias doctor Hawking, un aplauso para usted y otro para el asador.