Daniel Rivera tocó en el ciclo musical más importante de Victoria
Victoria.- El célebre pianista Daniel Rivera se presentó el pasado sábado 10 de diciembre en el marco de Victoria al Piano. Rivera es considerado un pionero de grandes desafíos pianísticos y es didacta de clara fama en institutos de alto perfeccionamiento y presidente de jurado en concursos internacionales.
Es la primera vez que Rivera tocó en Victoria. Fue invitado por Laureano Bruno, quien lleva adelante el ciclo musical más importante de la ciudad y que ha acostumbrado al público victoriense a recibir artistas de gran prestigio internacional.
Rivera, además de ser un gran pianista y docente, es amigo de la gran Martha Argerich. “Conozco a Martha Argerich desde hace muchísimos años. Ella me invitó a debutar en el Festival de Lugano en el 2009 luego de escuchar mi transcripción de La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky. Luego del primer concierto en recital he tenido la oportunidad de participar en el Festival hasta el año 2015, tocando con ella en el 2010. Desde ese año hemos tocado juntos en distintas giras por Italia y fui yo quien trajera a Martha Argerich a Rosario ofreciendo varios recitales en el Teatro El Circulo a dos pianos en 2012. Estos conciertos fueron grabados por el sello IRCO Cosentino de Buenos Aires. En el 2019 hemos tocado en el Teatro Griego de Taormina ejecutando ella el Concierto nro. 1 de Liszt y yo el Concierto de Grieg, como así también en el 2021 en el Teatro Politeama de Palermo, ejecutando Martha el concierto de Schumann y yo el Concierto nro.2 de Rachmaninoff. Nos une una amistad profunda y el placer de hacer Música juntos”, cuenta en diálogo exclusivo con Paralelo 32.
—El avance tecnológico ha permitido muchos beneficios interesantes a la música, incluso en el ámbito de las grabaciones de obras y demás, ¿qué ofrece de diferente el recital presencial?
—El concierto en vivo es algo excepcional. Todo se realiza en ese momento y depende de gran cantidad de factores. La tensión del concierto hace que llegue algo al público que no sucede en ningún tipo de soporte tecnológico. La mayoría de mis grabaciones son del vivo. En Youtube se pueden escuchar más de 100 videos. Cada concierto es una experiencia única sea en una sala pequeña o en un gran teatro. Y, personalmente, aunque haya tocado toda la vida, cada concierto es un desafío.
—En nuestra ciudad hay muchos jóvenes que estudian música y que sueñan con una vida dedicada a ésta, ¿qué consejo daría a esos chicos?
—Muy difícil hoy dar consejos al respecto. Es una carrera muy complicada. Lo que sí tengo a precisar siempre a los jóvenes (he escuchado muchos en mis últimas master class) es que hay que comprender que una cosa es la música (la substancia) y otra es la carrera o el suceso, pueden ir o no paralelas. Se necesita mucho sacrificio, dedicación, paciencia y, sobre todo, humildad. Nada de suceso inmediato. Siempre pensar a la música. Sé que hoy es casi imposible vivir de la música, pero es la creencia en el valor de ella que nos puede llevar a una comprensión debida. Quizás hoy la juventud pretenda obtener por sobre todo un rápido suceso. Otra constante indispensable es creer y tener fe en un buen maestro cuando existe la posibilidad de conocerlo.
—Hablando de un buen maestro, además de su carrera como pianista, es destacable su labor en la docencia, ¿cómo vive la enseñanza de la música?
—He enseñado por muchísimos años en el Instituto Superior de Música de Livorno, casi 40 (ahora estoy jubilado) y doy master class y enseño en distintas academias en Europa. Amo poder transmitir mis conocimientos. Está a la par de mi carrera como concertista. Me dedico mucho a preparar jóvenes pianistas, sea para participar en concursos, sea como maduración individual de los mismos. Poder conocer las posibilidades de todas las técnicas pianísticas posibles, que permitan entrar de alguna manea en sintonía con la expresión. Poder llegar a transmitir realmente emociones y contar nuestra vida a través de las de los compositores. Personalmente pienso que la música sin riesgo y sin instinto, más allá de lo que conocemos como técnica, no tiene mucho sentido. Es lo que está faltando en los últimos años. Por supuesto, la técnica es imprescindible, pero hay que ir mucho más allá de ella. Compenetración total en cuanto posible. Emoción y mucha transparencia del texto.