Cuidate de los presentes griegos
** Cuenta la mitología griega que, cuando griegos y troyanos ya habían perdido a sus principales guerreros en largas batallas, estaban medio empatados y eso no daba perspectiva de que alguno de los dos bandos triunfara, lo que terminaría en un eterno sangrado. Ambos tenían a sus propios dioses de su lado pero parece que éstos también eran parejitos y no hacían una diferencia. Troya todavía tenía algunos buenos guerreros. Pero los griegos podían contar con la astucia de Odiseo, rey de Itaca, y a él recurrieron.
** Al Odiseo se le ocurrió la idea de construir un gran pingo, que pasó a la historia como El Caballo de Troya, para hacerlo pasar por una ofrenda a los troyanos, como mostrando voluntad de pacificar. Lo dejaron a la puerta de Troya y se las tomaron de ahí. La gilada de adentro creyó que había sido dejado como gesto de debilidad, como quien está arrugando y quiere amigarse con un regalo sorprendente. Pero… no era un caballito de lona del último carnaval.
** Es muy sabido el resto del relato contado por Homero en La Ilíada (que me tocó repasar para recordar esta historia). Los troyanos ingresaron el caballo a su fortín y para celebrar el acontecimiento se enfiestaron. Y ya se sabe cómo. Se saltaba mientras se cantaba ‘el que no chupa es un griego’. Cuando todos quedaron en situación de no superar la prueba del alcoholímetro ni soplando desde tres metros, se durmieron. De la panza del matungo salieron soldados griegos y los pasaron a degüello.
** Aquí llegamos al punto que queríamos alcanzar. De aquel episodio salió la frase ‘Cuídate de los griegos que llevan regalos’, atribuido a Virgilio, que nació y murió unos pocos años antes que Cristo. El adagio es usado ahora como advertencia cuando se cree que un supuesto regalo o acto de virtud encierra una amenaza oculta, o quizás una advertencia.
Caballos y libros
** Los argentinos tenemos la propia: ‘A caballo regalao no se le miran los dientes’. Está re claro que somos candidatazos –desde el Presidente hasta el último desprevenido– a aceptar contentos y felices un presente griego con forma de caballo de madera, o de libro.
Para ser más textuales, parece que Virgilio (a quien no he leído) dijo «Temo a los danaanos [griegos], incluso a los que llevan regalos», frase que tiene su versión criolla aparentemente dicha por Alberto F: “Temo a cierta mujer, aún cuando me manda regalos”.
** Fue noticia el 2 de abril, día del cumpleaños de nuestro presidente de la Nación, el libro que le mandó de regalo Cristina Fernández, no de muy buena onda porque dijo –durante el discurso de homenaje a los Caídos en Malvinas– que lo mandaba para que no hable al p…. la vocera presidencial Gabriela Cerrutti diciendo que no le regaló nada. Por compromisos deliberadamente contraídos con anterioridad, la vice no se lo pudo dar personalmente porque ese era su acto de homenaje y el presidente tuvo que hacer por otro lado su acto de homenaje a los mismos caídos, en otro lugar y horario.
** Ella eligió regalarle ‘Diario de una temporada en el quinto piso’, que cuenta los turbulentos años del equipo económico de Sourrouille, la elaboración del Plan Austral, su éxito inicial, su fracaso final y el estallido de la hiperinflación que derivaría en la entrega anticipada del poder de Raúl Alfonsín, en 1989, al presidente electo Carlos Saúl de Aniiiaco.
Regalos que meten miedo
** Veamos. Regalar un libro o un disco de música puede llevar a dos tipos de experiencias muy diferentes: la primera se basa en entrar en una librería, agarrar cualquier libro o cualquier CD en la sección recomendados, y pasar por caja para que te lo envuelvan, como para cumplir.
En cambio un libro o un CD que contenga un mensaje más heivy, requiere un trabajo más selectivo. En ese caso Cristina tenía muchas opciones. Tenés la canción del grupo español Ilegales, “Acabaremos mal”; o “Sin mí no eres nada”, de la banda Sangre Nueva; o su contraparte de la banda pop Amaral: “Sin ti no soy nada”, tipo amiguémonos de nuevo.
** Cristina pudo hacerla fácil regalándole una de esas piezas musicales a Alberto pero optó por libros y se fue derecho a “Diario de una temporada en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre, que cuenta cómo el presidente Alfonsín obtuvo su jubilación anticipada. ¡Qué feo que te regalen este libro cuando estás justamente ahí, sentado en el sillón que ocupó Alfonsín! Alberto… No te regalaron la biografía de Winston Churchill sino un mensaje de trescientas páginas que se resume en un “mirá lo que te espera”. Gauchada de amiga que parece decir espero que se te cumpla y asumiremos los buenos.
Más santas eran las de antes
** Perdón, quizás no deberíamos estar hablando de estas cosas vergonzantes en vísperas de Semana Santa, dedicada al recogimiento, la reconciliación y la reflexión espiritual, que los argentinos solemos entender como escapada turística, agasajarnos el viernes con una panzada de pescado más caro que nunca, y quizás hasta hacernos una escapada a una misa temprana para después quedar libres y planear algo. Y cuando se podía regalábamos chocolates el domingo de Pascua, fecha que los lechones reclaman que sea instituida en recordación del triste genocidio de su especie.
** Las cosas han cambiado mucho desde aquellos días cuando la familia hacía una especie de penitencia que los chicos no entendían y hasta les preguntaban a sus padres ¿por qué nosotros, si los pecadores son ustedes?
No me pregunten en qué año comenzaron a caer en desuso todas estas costumbres del siglo pasado cuando, a menos que fueses fan de la música de Johan Sebastian Bach, la que propalaban en las radioemisoras era un perno. En casa se guardaba estricto silencio, no se podía leer, ni reír, no se podía realizar labores como la costura, los postigos permanecían entornados. Desde semanas antes, comer carne vacuna en un viernes de cuaresma era un pecado; hoy es un milagro. ¡Cómo han cambiado las cosas!
** Desde aquellos jueves y viernes santos con los bares cerrados y calles muertas, pasamos directamente al otro extremo. El hedonismo fue ganando el lugar que en todo tiempo le reclama al ser humano. Ganó la pulseada.
Quizás esta Semana Santa en ciernes sea diferente, pues donde abundan las necesidades sobreabunda la piedad. Como sea, que se encienda y arraigue en nuestro espíritu la historia que nos habla del amor de Dios por los hombres, del perdón de los pecados y una vida perdurable.