Cómo fue el primer conversatorio sobre dislexia en Victoria
Victoria.- La semana pasada se realizaron las jornadas sobre lectura y escritura en ciencias, y dislexia, organizadas por el Instituto Superior del Profesorado San Benito. Los conversatorios contaron con una participación aproximada de ciento veinte docentes de diferentes niveles y estudiantes de distintos profesorados.
Los encuentros se dividieron en dos días: jueves y viernes. En cada uno de ellos se trató un tópico, aunque ambos estén concatenados en cierta forma. Cabe destacar que el trabajo de los organizadores y el de los disertantes fue ad honorem, pues el valor de las entradas tuvo como espíritu sólo costear gastos operativos.
En este marco, la primera jornada del estilo se realizó en 2016, y fue sobre lectura y escritura. Con el correr de los años la participación de discípulos y profesores ha ido aumentando, lo que denota el interés y la necesidad de permanente capacitación por parte de aquellos que se encuentran en el ámbito educativo.
Estos ciclos de perfeccionamiento docente han sido gestados desde el Profesorado de Educación Secundaria en Biología. La coordinadora de la carrera de Profesorado de Educación Secundaria en Biología, María Luisa Reggiardo, habló con Paralelo 32 sobre esto. “Nos replanteamos, en primer orden, la dificultad del lenguaje específico que imponen las ciencias como primer obstáculo para su aprendizaje. Así, desde el año 2016 a esta parte, se vienen generando acciones concretas con reconocimiento educativo y que se destinan a docentes y estudiantes de profesorados de todos los niveles educativos”, dijo.
Sumado a lo anterior, añadió: “Hemos decidido atender a la problemática de la dislexia y a todos los desafíos que representa en el aula para los docentes que no contamos con la formación específica, siendo, sin embargo, los encargados de asistir a los niños, jóvenes y adultos”.
Dislexia
El título de esta jornada, llevada a cabo ayer, fue: “Dislexia, una dificultad silenciosa en el aula”. La disertante a cargo de esta temática fue la licenciada en Educación de la Biología, María José Alonso. “Existe una ley nacional sancionada y reglamentada, que está vigente, que abala el diagnóstico temprano de la dislexia, la capacitación docente y las adecuaciones en el aula. Además, esta ley no caduca con la edad del individuo, pues es para aplicar tanto en niños, adolescentes y adultos”, comenzó la profesional.
“Se está haciendo, con parsimonia, un trabajo de capacitación, porque en los institutos de formación docente es una problemática que todavía no se trabaja. O sea, es como que se le están poniendo parches a un problema que hay. A los que ya se recibieron los ayudamos y los capacitamos, pero nos está faltando capacitar a toda esa gente que está en un instituto de capacitación docente que va a egresarse como maestro de inicial, de primaria, de media. Si no atendemos esta cuestión, corremos una carrera imposible de ganar”, describió.
Llegado a este punto, Alonso resaltó que este abordaje es importante “porque el diez por ciento de la población argentina tiene dislexia”. “Esto no ocurre sólo en Argentina. Hay una incidencia muy alta a nivel mundial: del diez al quince por ciento”, agregó. Luego, continuó: “Se trata de un trastorno de origen neurológico poligenético. Dependiendo del idioma, tiene mayor o menor incidencia, por eso es que en nuestro país estamos más cerca de ese piso que del techo: por características de nuestro idioma. Los idiomas anglosajones, que son más opacos, tienen una incidencia más alta”.
Dificultad silenciosa
Alonso nos comenta que “la gran mayoría de las personas están diagnosticadas”. “No sólo hay niños sin diagnosticar, también adolescentes y adultos. Hay gente que, con estas charlas, se da cuenta de que la dislexia es más usual de lo que se cree”.
Asimismo, contó que hay casos de personas que descubren que tienen dislexia en su primera entrevista laboral. “Conozco el caso de un hombre que, en su trabajo, lo ascendieron a un puesto administrativo y la estaba pasando muy mal con la tarea que tenía que hacer. Le llamaban mucho la atención. Desde el trabajo le hicieron un diagnóstico y, a los cuarenta y un años, se enteró de que era disléxico”, comentó.
Adecuaciones
Sobre este punto, la profesional aclaró que las adecuaciones no son de contenido, pues a las personas con dislexia “no es que hay que enseñarle menos”. “Lo que hay que hacer es facilitarle el acceso a la información y, después, la forma de evaluar”, explicó.
Respecto al trabajo de los docentes, refirió que hay algunas maneras de notar rasgos específicos en estas situaciones. “Hay algunos predictores que dicen que un chico estudió y se expresó mucho mejor en forma oral que escrita. O cuando todos se ponen a leer y terminaron en quince minutos, el niño todavía no leyó ni la mitad del texto. Nunca hay que hacer leer a alguien con dislexia en voz alta porque tienen una lectura mucho más dubitativa y hacen tanto esfuerzo en la lectura que no tienen comprensión lectora. Entonces, el docente, además de las adecuaciones, puede detectar que a determinado chico algo le está pasando, pero nunca puede diagnosticar”, concluyó.
Lectura y escritura en ciencias
Es el tercer año en que la profesora en Ciencias Naturales y licenciada en Enseñanza de las Ciencias (orientación bilogía), Marina Mateu, viene a Victoria como conferencista. “El diagnóstico es el mismo en todo el país: los chicos llegan a la secundaria sin hacer una lectura comprensiva y con muchas dificultades para la escritura”. Consecuentemente, señaló: “Algunos endilgan esta dificultad a cómo se escribe hoy en Whatsapp o Facebook, pero los chicos tienen que discriminar que hay un lenguaje rápido para este tipo de redes sociales y hay un lenguaje con el cual me tengo que comunicar con otro y no es ése”.
Luego, dijo: “La gente del Instituto San Benito quiere sus docentes se fortalezcan en este recurso para poder estimular la lectura, la lectura comprensiva y la oralidad. Por su puesto que las dificultades en los adolescentes están, pero también hay dificultades de las que nos tenemos que hacer responsables los profesores”.
Al final del diálogo, Mateu comentó que muchas veces los docentes no dan “oportunidades para que esto mejore”. En este sentido, dijo que hay casos en que los profesores dan como consigna leer determinado texto y luego realizan una serie de preguntas que se pueden responder sin que el estudiante haya hecho una lectura comprensiva. Dicho de otra forma, apuntó a que algunas formulaciones de consignas propenden al rastreo facsimilar de la respuesta en el texto, por lo que habría una tarea más orientada a labor de amanuense que a estimulación intelectiva.
Jornadas y reconocimiento
El Proyecto de Capacitación y Perfeccionamiento Docente titulado: Jornada sobre lectura y escritura en ciencias, organizado por el Instituto Superior del Profesorado San Benito fue declarado de Interés Educativo por el Consejo General de Educación (CGE). La capacitación se desarrolló en el Salón del Instituto J. K. Kennedy.
Por su parte, la Dirección Departamental de Escuelas de la ciudad declaró de Interés Educativo el Primer Conversatorio sobre Dislexia llamado: Una dificultad silenciosa en el aula. El objetivo de este proyecto es lograr una acción formativa en vista a la profesionalización de la función docente con el propósito de alcanzar una educación de calidad. Además, tiene como objetivo fundamental que los docentes logren alcanzar una visión más técnica y profesional sobre sus prácticas, según reza la disposición de la Dirección Departamental de Escuelas.
Por último, la Profesora en Educación Especial y Psicopedagoga (además, rectora del Instituto J. F. Kennedy), María de los Ángeles Bruno dijo: “Planteé en las charlas la mirada psicopedagógica, pero sobre todo la del profesor. Dimos los predictores, es decir cuáles son las cosas que pueden ir anunciando que la dislexia está presente. También, desgrané lo que dice la Ley Nº 27.306. Ésta se va a poner en vigencia en nuestra provincia y se va a reglamentar, hasta el jueves estuvo en senadores. Es muy importante quitarle el mote de enfermedad a la dislexia. Es un trastorno neurobiológico que, por lo tanto, merece la atención de todos los integrantes de la comunidad educativa. No es una discapacidad”.