Chauchas y palitos de costosa impresión
Iniciemos con una regla de tres simple: A mayor inflación, se requiere de más dinero para alcanzar los mismos bienes. Si ese dinero nos llega en billetes de baja denominación, se necesitan cada vez más unidades, que son costosas de imprimir y también de transportar en camiones de caudales con sus altos seguros y custodias.
Desde 2020 a la fecha el Banco Central puso en la calle 2.000 millones de billetes más, casi todos de 1.000 pesos. Según informó a Diputados el jefe de Gabinete Juan Manzur, del total de 5.443 millones de billetes circulantes al 1º de agosto de 2022, se pasó a los 7.463 millones al 1º de agosto de 2022, con un incremento del 37% en ese periodo.
Ya no se puede ir al autoservicio de cercanía por un par de vituallas con un billete inferior a 500 pesos. Pretender un poco más requiere de uno o varios billetes de 1.000, nuestro billete de mayor valor, que hoy representa apenas 3,6 dólares. El billete de $5 ya murió y el de Belgrano de $10 ya fueron retirados de la calle 17 millones de unidades, sin reposición.
En otras naciones latinoamericanas, muy pequeñas algunas, las transacciones cotidianas se hacen con la billetera digital, de transferencia inmediata. Se paga con el celular. Pero en Argentina está costando imponer estas nuevas tecnologías y los plásticos están mal vistos en el comercio por dos razones: la preocupación por el contexto económico y la demora en percibir el crédito de los pagos con tarjeta. Hoy por hoy pierden un 6 a 7% por cada mes de retraso en el cobro de sus créditos.
La alta inflación sigue haciendo estragos y el gobierno no cede en su obstinación de negarse a imprimir billetes de mayor denominación, queriendo tapar el sol con la mano. Esta actitud no es gratis; implica un gasto adicional para el BCRA. Es simple; en vez de imprimir un billete de 5.000 pesos se imprime 5 billetes de 1.000 La consecuencia es que la Casa de la Moneda de Argentina no dio abasto con la impresión, viéndose obligada a celebrar contratos con la Casa de la Moneda de Brasil, y con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España, que desde hace un tiempo nos fabrican billetes. En síntesis, está suspendida la importación de insumos de todo tipo, incluidos algunos esenciales para la industria o neumáticos para autos y camiones, pero salen dólares al exterior para pagar la impresión de billetes de 1.000 pesos (U$S 3,60) que hoy valen chauchas y en un año valdrá solo sus vainas.