Apafadi, testimonio de lo que puede el amor y la voluntad
Victoria.- La Asociación de padres, familiares y personas con discapacidad, Apafadi, cumplió veinte años. En la feliz ocasión, la secretaria de la comisión directiva de la asociación, Inés Hereñú, habló con Paralelo 32 recordando la historia y describiendo el presente.
“Apafadi surgió en el año dos mil a raíz del interés de un grupo de padres que queríamos conocernos y contar nuestra experiencia como familiares de personas con discapacidad. A partir de esto, comenzamos a reunirnos semanalmente en una casa de familia y empezó a sumarse gente. Lo que inició como algo muy pequeño terminó en lo que hoy es Apafadi”, narró.
Recordó que la primera sede que tuvo la Asociación “fue una casa que nos prestó la familia Márquez en calle España. Estuvimos un tiempo ahí, después la sociedad de horticultura nos cedió otro inmueble en calle Chacabuco. Para ese entonces ya estábamos con un comodato de un terreno que nos había cedido la intendencia de César Garcilazo”.
Sumado a lo anterior, comentó: “A raíz del aporte de particulares y de la ayuda de un montón de gente pudimos avanzar con el edificio. Esto se hizo con mucho amor, mucho empuje y voluntad de mucha gente. Nosotros somos la cara visible, pero en realidad hay muchísima gente que nos acompañó desde el principio”.
—¿Por qué decidieron crear Apafadi, en función de qué necesidades?
—Pasaba que nuestros hijos con discapacidad egresaban de la escuela especial y después nos preguntábamos qué hacíamos con ellos, cómo seguíamos una vez que egresaban. No podíamos tenerlos encerrados en nuestras casas. Entonces, nosotros queríamos que tuvieran un lugar donde puedan realizar otras actividades. Si bien la educación de Apafadi no es formal, brindamos un espacio de contención y recreación a los jóvenes y adultos. En Apafadi ellos pueden realizar una actividad laboral.
Por otro lado, Hereñú señaló: “En dos mil uno, la terapista ocupacional Natalia Sobrero nos presentó un proyecto sobre un taller laboral de bolsas que hasta el momento está vigente. Aproximadamente veinticuatro jóvenes y adultos se encargan de elaborar bolsas que se venden en los distintos comercios de la ciudad”.
“Desde el año dos mil hasta dos mil diecisiete, hemos hecho todo a pulmón. En dos mil diecisiete, por iniciativa del concejal de ese momento Miguel Albornoz, se aprobó una ordenanza por la cual se creó el Fondo Especial para la Integración (FEI). Gracias a eso el uno por ciento de la tasa de higiene, profilaxis y seguridad que recauda la municipalidad, la mitad es para DINAD y la otra mitad para nosotros. Esto nos dio un respiro”, contó.
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Los gastos fijos que tiene Apafadi son luz, gas y los elementos para el taller de fabricación de bolsas. La asociación, al no tener fines de lucro, está exenta de impuestos municipales y provinciales. Además, la comisión directiva está conformada por aproximadamente quince integrantes y asisten (aunque en el contexto actual ahora no lo hacen de forma presencial debido a las medidas de distanciamiento social) alrededor de treinta jóvenes y adultos, cuyas edades comprenden desde los 20 hasta los 65 años.
“Nuestros hijos se sienten contenidos en los talleres de Apafadi. Antes de la cuarentena les festejábamos los cumpleaños a todos y bailaban y se divertían. Ese contacto que ellos tenían antes con sus compañeros es lo que extrañan. Ahora realizamos actividades virtuales, aunque no es lo mismo que el cara a cara y el compartir con el otro”, dijo la secretaria de la comisión directiva.
Por último, Hereñú agradeció a todos aquellos que ayudaron a la institución durante estos veinte años. “Apafadi es una gran familia. Nosotros hemos hecho todo con mucho amor”, concluyó.