Amar el baile y disfrutar de cada momento
Crespo.- Tenés a once preadolescentes de entre 11 y 13 años, todas juntas en una sala, hiperactivas y súper polvoritas y surge la duda sobre cómo las controlas y logras que del caos se pase a un cierto orden. Ahí es cuando se hace necesario comprender que, en realidad, lo primero por hacer es dejar que fluyan, que interactúen, que se muestren tal cual son, que rían y hablen superponiéndose una con otra. Lo siguiente es comprender que esa energía interminable es la que vuelcan en cada coreografía, ensayo y presentación, que realizan en la academia de danzas donde cada semana se congregan.
En Paralelo 32 recibimos a Florencia Vechette; Ambar Demartín; Juana Wagner; María Paula Abrego; Guillermina Miño; Josefina Rosario Mancilla Mildemberger; María Emilia Schneider Güttlein; Valentina Toobe; Bianca Márquez; Perla Cabral y Lucía Barok; quienes son alumnas en danzas jazz contemporáneo de la profesora Sahigza Fernanda Osorio.
En noviembre de este año, a modo de cierre de las actividades, interpretaron un baile que fue registrado en video, el cual enviaron a Rosario, para participar en forma virtual de la competencia regional de Dance Worl Cup Latin América. Esa presentación les valió la clasificación al nacional que se desarrolló a principios de diciembre en Buenos Aires, donde obtuvieron en su categoría, el primer puesto clasificando al Mundial de España 2022.
Ambar toma la palabra y cuenta que comenzó a bailar folclore a los tres años, y cuando tenía siete años la academia a la cual asistía cerró, por lo cual estuvo un tiempo sin esa práctica mientras su mamá le buscaba actividades para hacer. Allí encontró la academia Motus, donde la inscribió e inició hace unos cinco años a bailar jazz, tapp, urbano, entre otros ritmos.
El caso de Emilia es similar, ya que quien la motivó a comenzar fue su mamá. “En ese momento no sabía que me gustaba bailar, y fue como solo ir a ver de qué se trataba, y resulta que me encantó y acá estoy, aun bailando”, comentó.
Juana bailaba ballet, yendo de los 3 a los 5 años. “Un día dejé el ballet, y no estaba haciendo nada. El tiempo pasó y comencé a escuchar que mis compañeras iban a esta academia, se lo planteé a mi mamá, y comencé”, dijo.
Para Josefina la influencia por el baile estuvo dado por su hermana mayor, quien había comenzado a tomar clases. “Siempre me gustó el baile, y veía las muestras de la que participaban mis amigas o mi hermana, y me comenzó a interesar la propuesta de hacer jazz clásico; así que dejé lo que estaba practicando, que era gimnasia artística, y comencé a bailar”, agregó.
En cada uno de los casos se da la similitud del deseo de bailar, la influencia de escuchar a otros hacerlo, y la motivación de las mamás al inscribirlas para que comenzaran a cursar.
Al plantearle a la profesora el quiebre que se produjo al presentar opciones por fuera de lo tradicional como el baile clásico, las danzas folclóricas, el tango, las danzas árabes; Sahigza comentó que al radicarse en la ciudad se planteó, ante su deseo de continuar bailando, la posibilidad de ampliar ese abanico de géneros que tan amplio es. “Eso llevó a que hoy en día tengamos una escuela de danzas, donde ellas eligen las disciplinas y qué es lo que quieren bailar; desde ballet, jazz, salsa y bachata, entre otros géneros que se practican. Nuestro fuerte es el jazz, ya que es una de las bases de la danza junto con el ballet clásico”, contó.
Bailar sin público
En la experiencia de noviembre, donde el escenario se montó al aire libre en un campo, y la actuación de cada grupo fue para las cámaras; las entrevistadas comentan que fue algo nuevo para todas. Guille cuenta que “estamos acostumbradas a hacer presentaciones ante público; y este año fue transmitida por redes. Fue algo único, que no se si lo volveremos a vivir –ojalá que no-, porque te motiva mucho el ver que tu familia o amigas están ahí acompañándote y viendo todo lo que aprendiste y practicaste en el año”.
Esa presentación, fue enviada a Rosario para participar de modo virtual de la competencia regional de Dance Worl Cup Latin América. La presentación les valió la clasificación al nacional en Buenos Aires.
La experiencia en Buenos Aires
Al presentarse en Buenos Aires, el grupo lleva una coreografía nueva ensayada, además de vestuario y maquillaje modificado en base a esa nueva propuesta. Guille indicó que “cambiamos el maquillaje para que sea acorde a lo que representábamos en el baile”, son detalles que también se toman en consideración por el jurado al momento de valuar.
Florencia comentó que al llegar “nos teníamos muy poca fe. Y además estábamos muy nerviosas previo a bailar, pero al salir a bailar todos esas tensiones y desprolijidades previas a la presentación desaparecen, y nos encontramos sonriendo naturalmente y disfrutando”. Josefina agrega que “fue una experiencia hermosa. El estar en una competencia de estas características fue la primera vez para muchas, y eso nos conectó más entre nosotras y con los grupos que estaban ahí, porque a pesar de que todos competíamos, en lugar de ignorarte sucedía todo lo contrario, nos alentábamos unos a otros. Y eso te motivaba un montón”. Algo que resaltan las bailarinas fue que al subir al escenario las marcó positivamente el tener ese contacto con el público, que les permitió conectarse. “Eso conlleva a que cuando bailas todas tus expresiones son naturales, no hay actuación, estás siendo vos misma y eso lo notan los espectadores y los jueces”, dijo Josefina.
La charla se extendió por unos treinta minutos; las anécdotas estuvieron en cada momento al igual que las risas y esa inagotable energía que cada una despide. Nos queda aún más por contar, pero lo haremos a modo de podcast en paralelo32.com.ar.
Para estas once pre-adolescentes, el año 2021 cierra con la alegría de haber ganado en Buenos Aires, obteniendo en su categoría el primer puesto clasificando al Mundial de España 2022.