Renunció el cura Miguel Guarascio
Diamante- A menos de cumplir tres años como párroco de San Cipriano, de Diamante, el sacerdote Miguel Guarascio decidió decirle adiós a la Iglesia y anunció a su feligresía que deja el ministerio.
Guarascio asumió como párroco en Diamante el domingo 14 de febrero de 2016, después de haberse desempeñado en San Cayetano, en Paraná. Lo puso en funciones el Arzobispo Juan Alberto Puiggari. En San Cayetano había estado desde 2008, luego de cumplir funciones de vicario en La Paz.
Guarascio, de 45 años, nació en Hasenkamp, y fue ordenado sacerdote por el cardenal Estanislao Esteban Karlic, en 2000.
Puiggari fue el encargado de anunciar la ida de Guarascio mediante un mensaje en cadena por WhastApp. «Quiero comunicarles que Miguel Guaracio deja de ser Párroco de San Cipriano y se va a vivir con su madre, sin poder ejercer el ministerio», señala el texto que difundió el jefe de la Iglesia de Paraná.
«Para evitar confusiones en el caso de Miguel no hay delito penal sino la convicción conversaba con él que no puede seguir en el ministerio. Creo conveniente que dejemos que la noticia corra por su vía natural sin ser los primeros en comentar con los laicos», recomendó Puiggari.
Renuncias
La última renuncia había ocurrido en marzo de 2017, cuando el párroco de Hasenkamp, Alfonso Dittler, anunció su ida. Cuando se fue, dijo que lo hacía para «tomarme un tiempo de oxígeno». Y además para cuidar a su madre que está enferma en su pueblo, Aldea Santa María, a 60 kilómetros de Paraná.
Hasta el domingo 19 de marzo, Dittler fue párroco de San José de Hasenkamp. Ese día, durante la fiesta patronal, se dirigió a los fieles que a esa hora ocupaban el templo, y les anunció que se iba. No se sabe por cuánto tiempo, aunque se prevé que la dispensa será por un año. En su lugar, la Iglesia designó a José María Bustamante.
El caso Guarascio es paradigmático de lo que ocurre con la sangría de sacerdotes en la curia paranaense. En aquel año 2000, cuando se ordenó cura, lo hicieron también otros tres que ya se fueron: Fabián Schunk, José Dumoulina y Rodrigo Zabala. También en ese año se ordenó sacerdote Alfredo Nicola, ahora suspendido y sometido a proceso canónico. De los siete que se ordenaron ese año, sólo quedan Gustavo Horisberger y José Badano. También se han ido Carlos Gimeno, José Carlos Wendler, Mariano Martínez, Sergio Romero, Claudio Tosso, Gustavo Mendoza, y la lista sigue.