Nace un “tapado” escritor de best seller
** El país y el mundo ya hablan de “El hombre de los 8 cuadernos”, obra literaria del género poliéster (trama utilizada para la confección de pañales), calificada por la prensa especializada como una especie de impactante bola de bowling que embocó al medio y tumbó como diez pinos gordos del capitalismo vernáculo.
La saga de ocho capítulos deja estupefactos a los lectores y confirma que el libro –como soporte neocultural- permanece en las preferencias del público, aún en relación con la industria audiovisual. Ya se habla de colas en las librerías para obtener copias y se anticipa que la demanda superará ampliamente las ediciones en video de la obra filopornográfica “El hombre de los bolsos del convento”.
** Pero vayamos por partes, empezando por las partes íntimas. Un «tapado», en el glosario de jergas y modismos de Argentina puede ser tanto un abrigo de mujer como de equino bien cuidado. En cualquier deporte, ‘éste era un tapado’ se dice de él o la deportista o equipo que da la sorpresa de ganar sin haber sido el favorito o siquiera conocido. En el turf es también el pingo desconocido que da la sorpresa; un caballo (o yegua, aclaremos ahora que está muy sensible este asunto de la igualdad de género) sin marca alguna en su capa.
** La expresión no ha sido usada aún en el campo de la literatura o la escritura en general, pero se da este caso de un hombre que, siendo un suboficial del Ejército lo rajaron a patadas y tuvo la fortuna de convertirse en el remisero favorito de la madre de don Julio De Vido (no sé si lo ubica). El azar, o la cercanía con De Vido, lo favoreció para convertirse en el chofer de uno de los secretarios del ministerio de don Julio, llamado Roberto Baratta, a quien un comerciante de El Once solía advertirle: “no se engañe don Ruperto, que la Baratta siempre sale Cara”, y la verdad es que sus fechorías le están costando un alto precio.
Los escritores somos así
** Al parecer nadie más conocía la fuerte vocación literaria del chofer de Baratta, ni a él le importaba que su hobby trascendiera. En los ratos libres, en una de sus propiedades adquiridas con fuertes premios monetarios que recibía por su abnegado trabajo, llenaba cuadernos escribiendo con lujo de detalles, lugares, horarios, fechas, personas, kilos de guita transportada, en fin… toooodo lo que había vivido durante el día como chofer.
** Su fortuna iba creciendo y su vocación por las letras manuscritas no declinaba. Y ya sabemos cómo son estas cosas, solo por haber leído las biografías de tantos escritores exitosos. Se emparejan y desparejan con facilidad, en parte por cierta fascinación sobre las personas amantes de la lectura, o este caso por la filosofía Jacobo Winograd, “billetera mata galán”.
** Así fue como nuestro personaje de hoy, llamado Oscar Centeno, quien habría pasado por varias parejas y se le atribuyen 11 hijos en ese sinuoso trayecto, se desparejó una vez más, se fue del hogar, conoció a Hilda Horovitz y se ayuntaron. Volvió a separarse de ésta y ahí comenzaron unos chantajes que terminaron poniendo a la luz su obra maestra llamada “Los cuadernos K”, también conocido como “Los 8 C”.
** No se vaya que esta novela recién empieza, porque las elecciones 2019 aún están lejos y 8 cuadernos es mucha data. Pero antes una aclaración; en otros tiempos la unión de personas solo se podía entender como ‘casarse’ o ‘divorciarse’, pero, como el casamiento está muy demodé y las personas solo se ponen en pareja, creamos estos verbos apropiados: emparejar y desparejar.
José López es insignificante
** Centeno, el chofer de los bolsos que dejarían a los de José López en la categoría de mochilita de jardín de infantes, o en pequeños vueltos; cuando se presentó como víctima a denunciar el chantaje de su mujer prácticamente extendió las manos y unió las muñecas para que lo esposaran. Da esa impresión, porque presentó como prueba unos mensajes en los que Hilda mencionaba inmuebles que él pretendía esconderle y ella reclama derechos, y hasta le decía estar “cansada de tus puteadas y trompadas”.
** Al declarar voluntariamente para achicar su pena ante el Juez Bonadío, Centeno se sumó al ‘Club de los Arrepentidos’. Prestemos atención. Hasta aquí a las acciones grupales tras un fin común se las identifica como “colectivos”, pero vienen pisando fuerte los ‘clubes’. El ‘Club de las Despechadas denunciantes’; ‘El Club de los vamoyvamo de la Obra Pública’…
Diez por ocho
** En materia periodística hay que desconfiar siempre de la primera versión. Los escándalos, siniestros, accidentes, affaires, crímenes y corrupciones, cuando suceden generan una primera versión condicionada por la urgencia, que con las horas o los días puede variar mucho. Consejo, nunca se quede con la versión de la primera hora.
** Hecha esta salvedad, digamos que las primeras versiones indican que Hilda, la ex de Centeno, cuando dejó de gustarle el cereal o cuando fue despechada –no se sabe ni importa demasiado– comenzó a chantajear al tipo para que reparta sus bienes con ella. Cansado de estas apretadas, el señor Centeno decidió denunciarla. –¿Y con qué lo chantajea?, le preguntó el secretario del fiscal que le tomó la declaración, y sostuvo que su ex pareja lo extorsionó reclamándole dinero a cambio de callar lo que sabía sobre la guita que transportaba en el Toyota Corolla del Ministerio devideano.
** Durante diez años, Oscar Centeno anotó en 8 cuadernos el detalle de los nombres y cifras en torno a supuestas coimas que el entonces presidente de la Nación, y luego la presidente, cobraban a empresarios que recibían contratos de obras con el Estado, desde 2005 hasta diciembre de 2015, salvo un interregno tras la muerte de Néstor. Quizás lo hizo por precaución, quizás con la idea del chantaje, ¿quién podría saberlo? Los cuadernos llegaron a manos de un periodista de La Nación, al parecer en forma anónima, que corroboró datos durante un año y decidió entregárselos a la justicia antes de publicar nada.
El mundo es así
** Se dice que en esos cuadernos hay constancia del choreo de muchísimos millones de dólares. ¡Lo que valen esos cuadernos!!! Si el que los encontró organizaba un remate a puertas cerradas citando a todos los empresarios y políticos que hoy pedalean en el barro o ya están presos, hubiesen ofertado fortunas incalculables. Una mina de oro. Total eso se recupera estando en libertad. Sería el precio de la felicidad de seguir libres y robando o esperando la oportunidad para volver a hacerlo.
** Lo demás es historia conocida y hasta corremos el riesgo de aquí en delante de hartarnos por exceso de información procedente de las dos trincheras mediáticas de nuestra maltratada Argentina.
** Un aplauso para el asador.