Mi perro terapeuta
** Mi perro anda cabrero, cada vez más pretencioso, lleno de ínfulas. Quizás ya sea tiempo de que nosotros, sus amos, no les inflemos tanto el ego. Más tranquilo lo noto al gato, casi desinteresado de todo, un poco más ausente y conformista.
Tanto les das, tanto más esperan recibir. ¿No decíamos que parecen humanos? Bueno, en esto no parecen, ‘son’.
** Escribí el párrafo anterior y todos los que le siguen después de éste, mucho antes de haber escuchado una rutina de humor de El Popo, que ironiza lo mucho que ha cambiado el perro desde que ya no mastica huesos y sobras de comida ni se rasca por las pulgas, lo llevamos al peluquero, lo perfumamos, le atamos un moñito en el jopo, lo llevamos al psicólogo, “¿y cómo no van a necesitar un psicólogo si no saben si son macho o hembra?”, humoriza El Popo.
** Lo cierto es, continuando con la reflexión inicial, que los usamos como objetos pero los hemos convertido en sujetos con nombre, apellido, árbol genealógico, historia clínica, instructor, chaleco de invierno, personal trainer y psicólogo para mascotas o veterinarios conductistas, para luego decir que nuestro perro –vale para el gato- es tan inteligente que solo le falta hablar.
** ¿Acaso no lo hemos dicho alguna vez u oído de otros? Lo cierto es que estos bichos vienen ganando espacio, ya se comen el 15% del cereal que se produce en el mundo y les sobran defensores para que se los admita socialmente como dotados de una gran inteligencia, con una sola limitación: la anatomía de su hocico no les permite articular palabras. Entienden pero no hablan.
¡Si los perros hablaran!
** Pobrecitos, su frustración debe ser enorme. El Boby, que entiende todo, está ahí, parando las orejas cuando le contamos a la vecina (que ni siquiera está interesada en saberlo) que a él sólo le falta hablar. Cuando escucha eso mueve la cola con ansiedad pidiendo que se le enseñe de una vez a vocalizar, para poder decir, aunque más no sea balbucear, que él no quería ser domesticado, que así como Dios o la naturaleza lo pusieron en el mundo estaba bien, gracias. Que prefiere vivir indocumentado, ganándose el hueso con el sudor de la frente, compitiendo, mestizándose con la primera congénere que lo calienta, sin que nadie lo lleve a debutar arrastrado con una correa ni le arme programas con alguien del sexo opuesto a quien ve por primera vez, y sin que se violen todos los tratados internacionales vendiéndole sus crías.
** El día que un perro hable, ahora que su estatus de animal cambió por el de humanoide que piensa y siente, pondrá en crisis a las instituciones de Derechos Humanos y Defensorías de Animales. Porque la escala humana ya se replica en el reino animal, donde tampoco ellos reciben trato igualitario. -Vos, a la perrera. -Vos, que sos lindo o puro, a la cucha de oro. (Perdón por el uso del genérico, que también incluye a las lindas y puras).
¡Mejor así como están!
** Déjelo así nomás, suficiente con todas las organizaciones reclamando derechos en el país y el mundo. Me imagino a mi perro: ‘¿A cuánto vendiste mis cachorro, patrón? Si los presos cobran por lo que hacen, ¿dónde está mi pago por el servicio?’ O quizás planteos más avanzados tipo: ‘¡Esto te va a costar un poco más, jefe, porque la perrita no colaboró!’ Y la misma perrita, al reclamar sus derechos de vientre, planteará que le echaron encima un Pitbull estúpido y engreído, haciéndole pasar un mal rato que amerita otro precio.
** En nombre de los que piensan todo esto pero todavía no pueden expresarlo, deseo reivindicar otro derecho. ¿Por qué solo los equinos pueden graduarse como terapistas? ¿Qué me dice sobre millones de gatos usados como pelotita anti estrés? Personas que los acarician y estrujan su mullido pelaje como una semiblanda gomapluma, descargando tensiones y dejando que la tensión del día escape por los dedos. Y con los perros pasa igual, ¿o no? Para eso los adoptamos. No para hacerles un favor.
Necesitan un Moyano
** Otra historia son los perros guardianes jamás sindicalizados, que trabajan todo el día como perros (valga la obviedad), como los que guían a los ciegos, auxilian a andinistas o cuidan ganado, caniches y chihuahuas como perros de compañía…
Millones de perros y gatos se ocupan en contener a personas solas, niños, hogares con el síndrome de nido vacío, adultos mayores, personal de vigilancia, trabajadores del campo que pasan gran parte del día, solos. Atienden segmentos sociales que enloquecerían sin alguien a quien hablarle, darle órdenes, jugar, reír, acariciar, estrujar, intercambiar afectos.
** Digamos las cosas como son, si la caninoterapia les resta trabajo a tantos psicólogos, igual que la felinoterapia, ¿por qué solo se habla de equinoterapia?
Los perros tienen de todo menos un sindicato, será por eso que sigue postergado el justo reconocimiento que les debemos a estos desprotegidos trabajadores de la salud mental.
** Un aplauso para el asador.