María Victoria Cepeda estuvo seis meses en Italia y considera que creció como persona, abrió su mente y hoy puede pensar de otra manera
Crespo- El 9 de julio regresó a Crespo, luego de una experiencia de intercambio cultural que concretó a través de la organización AFS a comienzos de este año, en Nápoles (Italia), María Victoria Cepeda, alumna del sexto año de la Escuela Secundaria Nº 198 “San José”.
La joven estudiante eligió pasar la primera mitad del año en otro país y cursar el último semestre “con mis compañeros que estuvieron conmigo desde la sala de 5 años de Jardín de Infantes”- relata a Paralelo 32. A su regreso, una compañera le prestó las carpetas para copiar los apuntes de todas las materias dadas en su ausencia. “Estoy terminando de copiar y me estoy poniendo al tanto también con las clases de inglés particular”- dice sobre la ventaja que le ofrece este tiempo de vacaciones.
– ¿Pudiste elegir Italia o te tocó ese destino entre las diferentes opciones que te hace proponer el programa de intercambio?
– Quería ir a Alemania, amo el idioma y me encantaría en algún momento aprender, pero Alemania recibía estudiantes por un año, entonces opté por otros países que aceptaban intercambios semestrales. Por suerte Italia fue mi primera opción, las otras fueron Portugal y Rusia. Tenía ganas de ir a Rusia pero el idioma era algo que me limitaba y además hubiera resultado poco tiempo seis meses para aprender.
– El esfuerzo es doble, hacer el intercambio y volver para ponerse al día con los programas de estudios acá.
– Sí, sí. Más cuando te toca una escuela tan diferente. Yo acá asisto a la Escuela Secundaria 198 “San José” con Orientación en Comunicación y allá me tocó ir a una escuela científica, con materias como física, química, matemática. Me costó muchísimo, nuestro programa de matemática del último año contiene lo que ellos dan en 1º y 2º año, pero bueno al final pude pasar las materias. A nosotros, igualmente, nos hacen un programa especial. Nos hacen elegir cinco materias y después podemos estar en las clases o hacer solamente las materias elegidas. No es necesario cursar todas.
– ¿Cómo compatibilizaste la falta de base en las materias y el escaso dominio del idioma?
– Al idioma lo empecé a estudiar poco tiempo antes de irme para tener una base. El saludo, unas pocas palabras, hasta ahí nomás. El primer mes, como sabía inglés, me comuniqué en ese idioma, después empecé con el italiano. Entendía cuando me hablaban, sabía leer, pero me costaba elaborar la respuesta. Con los días fui aprendiendo más, me equivocaba, siempre preguntaba cómo. Pero, además, AFS en Italia nos daba tres meses de curso gratis, que me ayudó bastante. Igualmente para mí no fue tan difícil porque hablo español.
– ¿Cuál es la realidad de los tiempos libres en Italia?
– Allá se estudia muchísimo. Están todo el día estudiando. Salen a las 14:00 de la escuela, comen y generalmente se hace las 15:30 y después se ponen a estudiar enseguida para el otro día. No hay casi tiempo libre. Los sábados no es como acá con el tema de los boliches. Salen a la calle, están con los amigos, pero a las 12 de la noche todos vuelven a descansar. Acá estamos hasta las 6 de la mañana de un domingo dando vueltas. Los boliches son para mayores de 18 o 21 años.
Vicky cuenta que “la vida familiar es más que nada los domingos. Durante la semana los padres trabajan mucho, de corrido, desde las 7 de la mañana hasta las 19:00 o 20:00, cada día. Entonces casi ni se ven, apenas en la cena y los fines de semana. Un domingo se puede empezar a comer con toda la familia a las 12:30 o 13:00 y terminar a las 20:00. En el sur, que es donde tuve la suerte de estar, las personas son más cálidas en su trato, más como nosotros, más abiertas y disponibles; distinto al norte donde son más reservadas”.
Durante el tiempo de intercambio, Vicky llegó a Italia el 26 de enero, tuvo oportunidad de conocer la mayor parte de este país europeo caracterizado con una larga costa mediterránea. Su capital, Roma, hogar del Vaticano, de ruinas antiguas y de obras de arte emblemáticas; Florencia, Pisa, Venecia, la ciudad de los canales; visitar algunas de las islas del sur de Italia, famosas por sus bellezas naturales; entre otros lugares llenos de encantos.
Aunque se extraña al principio, la tecnología acorta distancias y la estudiante se mantuvo comunicada con su familia todo el tiempo mientras vivió esta experiencia única para ella. “Nadie tiene que tener miedo de hacer una experiencia similar –dice-. Está bien que es un viaje que uno hace solo, lejos de toda la familia, los amigos y de la vida cotidiana, por bastante tiempo, pero se aprende muchísimo y también de uno mismo. Pienso que crecí bastante como persona, que puedo ver las cosas y pensar de otra manera, dar otras opiniones, aceptar cosas que antes capaz no aceptaba. La verdad que me ayudó a abrir la mente más y ver mejor todo”.
El lunes 23 inicia las clases en su escuela, le deparan trabajos prácticos, exámenes para ponerse al día con las materias del primer trimestre y parte del segundo, encaminando el último tramo de sus estudios de nivel medio para continuar luego el profesorado y traductorado de inglés. “Siempre me gustaron los idiomas, el inglés es uno de los primeros que aprendí por ser el que más se usa, empecé con el italiano por este viaje y después tengo muchas ganas de aprender el alemán y el portugués”.
Ellas es voluntaria de AFS, se inició con un campamento y disfruta de haber convencido a sus padres para este intercambio, que a su entender “es una experiencia que se debe vivir a esta edad, que es la mejor”. En Nápoles compartió sus días con una familia de AFS que ya había alojado a un estudiante de Ecuador tres años atrás. Los tres hermanos de Nápoles también tuvieron estas experiencias. “El mayor estuvo en EE.UU, la del medio en Dinamarca y el más chico, unas semanas antes de volverme a Crespo, se fue a Irlanda”.