“La pintura es mi pasión y Dios me ha dado un don”
Crespo.-El artista plástico Ricardo Kemerer apostó, pasados los cuarenta, por una carrera como pintor de cuadros con motivos automovilísticos. Y le está yendo muy bien, con reconocimiento de sus pares y buenas ventas de sus obras. Le llegan pedidos de Argentina, Estados Unidos, Europa y hasta de Oriente. Participó con un stand en la Fiesta Nacional de la Avicultura, donde se dio a conocer a muchos crespenses que desconocían su obra y sus dotes artísticas.
En diálogo con Paralelo 32 describió su actividad artística y las vetas comerciales con el mercadeo de sus reproducciones. “Siempre me gustó el dibujo y estudié Diseño por el dibujo técnico. Porque en dibujo artístico en Crespo no había un lugar para perfeccionarse; tendría que haberme ido a Capital Federal, a Bellas Artes o algo así. Mi satisfacción en la parte artística, referida al dibujo, la plasmaba diseñando máquinas. Yo estaba en el área de proyectos, con los planos y todo eso. En Sagemüller, en la cooperativa AFA y en Pur Sang de Paraná, también”, comentó al inicio de la entrevista.
– ¿Ahora, trabaja en alguna empresa?
— Estoy cien por ciento dedicado a lo artístico, desde hace dos años, más o menos.
– ¿Y se tiró a la pileta sin saber si había agua, o fue probando de a poco?
— No, fui probando de a poco. Por ejemplo, dos años antes venía trabajando mitad de tiempo en Pur Sang y mitad en mis pinturas, y veía que había una veta. Porque mi arte es sobre automovilismo. De hecho, mi lema es ‘Arte en movimiento’. Es un nicho acotado, pero importante. El arte es muy amplio, pero lo mío es bastante específico, en ese sentido. Mis clientes son gente con autos de colección y quieren plasmar sus autos en una obra de arte.
– ¿Sobre qué materiales trabaja?
— Trabajo en óleo sobre tela, de un metro o metro veinte para arriba. A pedido puede ser más chico también. De mi autoría, los cuadros son grandes, porque puedo poner más detalles.
Merchandasing
– He visto trabajos sobre material metálico.
— Eso es merchandising (productos publicitarios y de venta para promocionar un artista, una marca, una empresa, N. de R.), es aparte. Yo hago pinturas, y después tengo una parte de merchandising, en sociedad con Melina Gottig. Ella es muy importante en mi proyecto. Por ejemplo, hice pinturas impresas sobre chapa envejecida. Es un estilo, como antes, las chapas con marcas como Coca Cola o Fanta.
– Es producción publicitaria de los años cincuenta.
— Claro. También hacemos anotadores. Por ejemplo, para hombres. Uno va a comprar y predominan los anotadores infantiles. Winnie Pooh, una florcita o un pajarito, como que los hombres no tenemos productos. Ahí pongo como merchandising mis autos. Se hace en distintos formatos sobre pinturas mías. También tenemos vinos con mis etiquetas. Es vino de autor, de una buena cosecha y se vende sólo en boutiques o enotecas. En Crespo se puede conseguir en la despensa y carnicería “La Familia”, de Ruhl.
– ¿Cómo hace el merchandising?
— Terminada la pintura se hace una fotografía con iluminación especial y en estudio. Hago las fotografías con Jorge Yung.
– En el caso del vino, ¿cómo es la etiqueta?
— Es una pintura mía, tiene mi marca y mi firma, ‘R K’, es una marca registrada. Hoy tengo una colección de seis pinturas. Lo puedo utilizar, y la idea es a futuro, realizar una tirada numerada de mil botellas de una pintura. A los coleccionistas y a quienes les guste, la pueden comprar. Tiene un valor agregado porque son ediciones limitadas. La base artística de todo el merchandising son las pinturas al óleo sobre tela.
A pedido y de creación propia
– ¿Hace pinturas a pedido o son producciones originales de creación propia?
— Hago las dos cosas. Hay a pedido y otras de mi autoría, cuando veo autos que me gustan. O la historia de un auto, hago investigación de la época de ese auto. En las pinturas se puede ver la gente cómo estaba vestida en ese momento.
– ¿Qué personalidades importantes o conocidas le han comprado telas?
— Por ejemplo, para mí fue un honor que me compraran una tela para regalar a Luis Landriscina. Me lo compró un amigo de él, Jorge ‘Bicho’ Del Buono, es amigo mío. Lo conocí en un evento de autos, vio lo que hacía. Cuando Landriscina cumplió años, Del Buono le regaló una pintura. Landriscina, cuando era joven, corría autos Fiat 1500. Corrió en Entre Rios. La pintura está basada en Concepción del Uruguay. Hice un paisaje con arboledas y tierra entrerriana, con el auto de Del Buono y el de Landriscina, Los encontré en Balcarce la semana pasada, en el Museo de Fangio. Estaban ambos y cruzamos algunas palabras. Fue muy emotivo porque Don Luis me dijo que le gustaba mucho la pintura y la tenía en su oficina colgada. Después, entre la gente conocida, le hice pinturas a muchos pilotos. A Ponce de León, por el tricampeonato; al Gurí Martínez.
– Se hizo conocido en el ambiente y los corredores lo contactan para hacer un óleo con sus autos de carrera.
— Exacto. Después, trabajo con coleccionistas exclusivos, que ni la pintura puedo mostrar. Son muy exclusivos. Tienen sus autos, pero la pintura no la puedo divulgar ni mostrar. Es a pedido. Sólo hago reproducciones de mis pinturas y de mi autoría, nada más. Si Ud. compra un original mío, yo puedo hacer réplicas y merchandising. Pero es distinto, si Ud. tiene un auto y pide que se lo pinte en exclusiva.
– Y es otro precio.
— Es otro precio y no puedo hacer una réplica.
Pintar y pintar
– ¿Cuánto tarda en pintar un óleo de tamaño habitual?
— Un metro por un metro, por ejemplo, una semana. El óleo es bastante lento para secar. En pintura acrílica, quizás se haga en un día, pero no es la mismo calidad. En óleo a veces necesita cuatro días de secado un color. Y con mi técnica, lo que pinté hoy mañana puede tener otra tonalidad, porque el óleo sigue ‘trabajando’ en la tela. Hacés colores que son inimaginables, ni las impresiones lo sacan. Aparte es un material noble, durable en el tiempo.
– A la obra terminada se le pone una pátina.
— Sí, se le coloca un barniz encima. Como trabajo tanto y rápido, y como es conveniente dejar uno o dos meses que los colores se asienten en la tela, al cliente muchas veces le doy el barniz para que le pasen sin ningún problema arriba. Pero el óleo es muy noble, si llega a producirse una mancha se puede reparar.
– Y los precios.
— Yo casi no hablo de precios. Porque va en el sentido del tamaño y la complejidad del trabajo. Me pasó en la Fiesta de la Avicultura, que pasé los precios y hubo una sorpresa. Un cuadro mío puede estar en mil dólares, promedio. Pero podés comprar una copia, por mucho menos. Me pasó que sorprendieron mis precios, pero es lo que fija el mercado por una tela original. Si no, están las copias de merchandising. De hecho, se hace eso porque el artista no sólo vive del cuadro original; están después las réplicas.
– Que pueden darle más ingresos.
— Por supuesto, porque no es que uno vende todos los días una pintura original. Para esto también estamos lanzando la página web. Tengo contactos de todo el mundo.
– ¿Está vendiendo afuera también?
— Sí. Tengo un cliente en Austin, Texas, que es coleccionista de autos. Le he vendido bastantes cuadros, sobre sus autos y sobre autos que tiene a consignación. Me manda una foto y yo pinto sobre esa información. Yo después dibujo el auto, le cambio la posición. Es la base de la pintura.
Estilo RK
– ¿Su estilo se asemeja al arte pop californiano de los años sesenta?
— No, más bien cerca del arte europeo de los sesenta. Del año treinta al año sesenta. En Estados Unidos predominan los autos tuneados. Por ejemplo, autos clásicos que les ponen ruedas deportivas. Eso a mí mucho no me gusta. Creo que el auto clásico debe estar como llegó de fábrica. Es una decisión que tomé porque si pintaba autos tuneados iba a ser un artista de ese tipo de autos, que no me gusta. Los que me siguen y me compran me reconocen con un estilo marcado y una identidad. Hay que pensar también en el negocio y no sólo en el arte. Si salgo a pintar autos tuneados, el que me compró una pintura, no sé si lo tomará a mal, pero son muy exquisitos. Son muy detallistas y no se puede hacer caricaturas. Mi estilo está entre realismo e impresionismo.
– Cuando se pone en contacto con un cliente, ¿le manda previamente ideas o bocetos sobre lo que va a pintar?
— Sí. Yo tengo un estilo, y saben cómo pinto. Pero les hago un bosquejo donde está su auto, en tres opciones, un paisaje o dos, algunos personajes. Pero son pocos casos. Generalmente, lo dejan a mi inventiva. Por supuesto, siempre pregunto si quieren algo especial. Pero muchos me dan la libertad de hacer, eso está bueno.
– Tiene un cliente en Austin, Texas. ¿De qué otros lugares del extranjero?
— Clientes de Asia, fue rarísimo, pero fue a través de clientes en común. Uno fue de Austria, donde vendí cuadros importantes. También en Italia, y en Argentina bastante.
En crecimiento
– ¿Hoy está creciendo su producción?
— Estoy creciendo. El arte no puede ser una producción estandarizada. En arte hay épocas. Es notable. Por ejemplo, cuando Europa está de vacaciones baja la demanda. En la otra parte del mundo, y vas viendo con eso. En Argentina, también está bajando en vacaciones. Ahora, puedo aprovechar a pintar mis propias creaciones, no encargos. Cuando venía a esta entrevista, acabo de hablar por teléfono. A raíz que estuve en el Museo de Fangio y que estuvo el artista considerado número uno del mundo en este arte de automóviles, Alfredo de las Marías. Lo admiro mucho.
– ¿Hace lo mismo?
— Sí, desde hace mucho años. Está catalogado a nivel mundial como uno de los mejores. Vio mi trabajo y dijo que yo iba por buen camino. Mi estilo no es igual al suyo. Le pedí que fuera crítico de mi obra y me dijo que no encontraba detalles criticables. Esa noche no dormí de la emoción. Desde hace años, coleccionaba las revistas de historieta D’Artagnan. De las Marías pintaba las tapas. No eran autos, dibujaba y pintaba personas, barcos, imágenes de guerra. Como sabía que iba a encontrarme con él, le llevé una revista que guardo de aquella época, y me la autografió. Esa firma es un original de De las Marías, vale miles de dólares. Pero para mí tiene un valor incalculable.
– ¿Dónde se encontraron?
— En San Isidro, en una muestra de artistas de automovilismo.
Exposiciones
– En este rubro también va a exposiciones de automóviles.
— Sí. Es más eso que, en reuniones de artistas, donde somos competencia. Pero cada uno tiene su estilo, no se puede hablar de competencia. Somos todos conocidos, no somos muchos. En el país hay tres reconocidos a nivel mundial: De las Marías, Jorge García y Villafuerte.
– Y Ud. ¿dónde está?
— Según De Las Marías, estoy ahí cerquita. De hecho en el arte relacionado al automovilismo y los autos clásicos, Argentina está muy bien vista. En el arte de automovilismo, tenemos algunos de los mejores artistas. Tiene mucho que ver lo de Fangio. Es como el futbolero, hablar de Messi o de Maradona. A Fangio lo conocen en todo el mundo, en el deporte automotor. Ayrton Senna lo tenía como su ídolo. Yo hice una pintura de Senna junto con Fangio. Eran amigos entre ellos, había un respeto mutuo. La noche que se hizo el cierre del 30º aniversario de Museo de Fangio, fui el artista exclusivo. Me dieron una invitación especial para verlo a Horacio Pagani, que es argentino y es el constructor de autos más caro del mundo. Hace autos de alta gama deportivos. Compite con Ferrari y Lamborghini. Él trabajaba en Lamborghini y puso su propia empresa. Está en Italia, Fangio lo llevó allá. Hace autos de 3 o 4 millones de dólares de precio, y tiene producción vendida de acá a seis años. Hace producción exclusiva a pedido del cliente. Pensamos ir en abril, será como tocar el cielo con las manos.
– ¿Todo eso a partir del contacto con la Fundación Fangio?
— Exactamente. Es una puerta más que se me abre, después de todo el trabajo que fui haciendo. Hay que agradecer a la familia que me acompaña
Cambio de hábitos
– ¿Qué pasó el día que le dijo a su mujer ‘voy a dejar de trabajar por un sueldo fijo y dedicarme a pintar’? ¿Hubo mucha pelea?
— Pelea no. Ella intuía que yo estaba cansado. En Crespo muy pocos sabían que yo pintaba, sólo familiares y amigos. Es mi pasión y Dios me ha dado un don, yo nunca fui a estudiar. Uno llega a una altura de su vida que va cambiando la forma de pensar.
– Empezar a buscar las cosas importantes y escapar de la rutina.
— Exactamente, no lo busqué por el lado económico. Por supuesto, uno tiene que llenar la olla todos los días. Yo tengo los hijos estudiando en la facultad. Es mucho costo, fue una decisión difícil pero hoy estamos viendo los frutos. Hasta me da vergüenza cuando me tratan de artista. Pero hay que calificarme de alguna manera, aunque yo nunca estudié. Y llegar donde he llegado, algo bueno debo estar haciendo. Una vez tenía que probarlo. Uno está en esta vida para hacer lo que le gusta.
– ¿Tiene algún conflicto con el dinero y el arte? ¿O está todo bien?
— Está todo bien. De hecho, siempre digo que, si puedo vivir de esto, estoy feliz. De eso se trata. Levantarme a la mañana, sentarme en el atril y terminar el día sentado en el atril. No puedo pedir más. Sobre lo material, me ha tocado estar en lo mejor y en lo peor. Son cosas que te van pegando en la vida, la seguridad no existe en ningún lado. La única seguridad soy yo. Este trabajo tampoco es fácil, hay que vender los cuadros, no sólo pintarlos. Pero es parte y me gusta.
Jornada de trabajo
– ¿Cómo es su jornada de trabajo?
— Con el merchandising, surgió la sociedad con Melina Gottig, para que eso no me insuma mucho tiempo. Arrancamos con la página web, la fan page. Le interesó la propuesta y yo necesito tiempo para crear y estar más tranquilo. También le dedicaré tiempo, quiero dedicarme 80% a la pintura y 20% al merchandising.
– ¿Cuánto tiempo puede estar pintando?
— Puedo estar pintando todo el día. Mi mujer a veces me pregunta si me voy a acostar. Porque entro en un estado que me olvido del tiempo. Pero, para darle un tiempo: pueden ser diez horas diarias. Desde las seis de la mañana que me levanté con una idea que trato de plasmar lo más rápido posible, y puedo estar hasta las 12 de la noche sin parar. Y muchas veces, sin comer y no lo noto. Es una pasión la pintura. Pero, cuando no ando bien para pintar, me dedico a leer o salgo a caminar.
– ¿De dónde obtiene inspiración para sus temas artísticos?
— Soy de observar mucho; tengo memoria visual. Si me pregunta un nombre quizás no lo recuerde, pero sí me acuerdo cómo estaba vestido cuando lo vi. Cuando voy viajando me gusta ver el paisaje, el cielo y las nubes cómo se comportan. Mi arte se caracteriza mucho por el paisaje y también por la arquitectura, que me gusta. Competencias de Fangio en Mónaco con paisajes de edificios hermosos, pero dificilísimos de pintar. Tienen muchos detalles.
– ¿Se basa en fotografías de la competencia histórica?
— Sí, pero no copio la fotografía, le cambio el punto de vista. He notado en muchos artistas que plasman fotografías de un libro. Le ponen colores, como es foto en blanco y negro. Es una forma de hacerlo. Yo prefiero cambiar el ángulo de visión, el punto de vista, y así cambio la visión del auto. En eso hago una diferencia con otros artistas.
– ¿Va haciendo varias obras simultáneamente?
— A veces voy pintando de a dos obras, por una cuestión técnica, como el óleo no seca rápido. Si tengo algún pedido, voy haciendo ese pedido y alguna obra de mi inspiración que me permite seguir con mi merchandasing. Pero termino una obra por semana, aproximadamente. No se puede hacer más rápido, porque el óleo tiene un proceso. Hay acelerantes, pero quitan brillo. Tampoco la calidad se puede bajar por hacerlo más rápido. Eso lo saben mis clientes, demoro un poco más pero en óleo puro. Después es lo del artista, que se valora más con el tiempo, incluso después de muerto. De mis obras pueden llegar a pedir algún día ‘un Kemerer’.
– Lo que le puede venir muy bien a sus hijos (sonrisas) Pero no siguieron el ejemplo paterno.
— Mi hijo empezó a estudiar ingeniería, vio lo que yo hacía. Estaba en Sagemüller con los planos y el montaje del frigorífico. El siguió, creyó que le gustaba. Pero, empezamos a notarlo mal, y un día me dijo ‘si sigo, voy a ser un ingeniero frustrado’. Yo le dije ‘vos tenés que hacer lo que querés’. Él estaba preocupado por lo que costó su estudio. Le dije ‘mirá, la plata va y viene, hacé lo que te gusta’. Y ahí empezó con Filosofía, le va de diez, y con muy buenas perspectivas.
Quién es
Ricardo Jorge Kemerer tiene 48 años, está casado con Claudia Kihn, y tiene dos hijos, Guillermo de 25 años, estudiante de Filosofía, y Sofía de 21, estudiante de medicina. Estudió en la Escuela Técnica Nº35 y diseño industrial en la UTN, aunque no pudo completar los estudios.
Su padre era Eugenio Kemerer, mecánico de autos. Su madre, Adelina Metz, dibujaba muy bien. Por ambas ramas familiares unió las pasiones por los autos y el arte.
Trabajó en relación de dependencia en empresas como Sagemuller, Waigel, AFA y Pur Sang (producción de automóviles a pedido), de Paraná.
Contactos Con Ricardo Kemerer los interesados en su arte se pueden comunicar a través de diversas vías. Su página web es www.ricardokemerer.com Correo electrónico info.ricardokemerer@gmail En redes sociales Facebook: R KEMERER ARTE Instagram: Ricardo Kemerer.