La empresa Sagemüller exhibe una pieza histórica de su molino, con la que rinde homenaje a don “Pancho”
Crespo– El jueves a la noche, con una reunión convocada por el presidente de Sagemüller S. A., licenciado Franz Sagemüller, a la que estuvo invitado un reducido grupo de personas muy allegadas y de mucha antigüedad en la firma industrial junto a algunos amigos, se conmemoraron los 121 años de la fundación de la empresa fundada en 1896 por Otto Sagemüller y se rindió homenaje a don Francisco “Pancho” Sagemüller. De este modo se dejó formalmente expuesta una pieza histórica, recientemente restaurada, en el parque de la empresa, con frente a calle San Martín. Lo que está a la vista del público es “El motor de Crespo”, fuente de trabajo de tres generaciones, marca Otto Deutz, año 1927, de 4 cilindros, 200 litros y una potencia de 300 HP – 300 RPM, adquirido en Alemania, que hizo funcionar el molino harinero hasta los años 70.
“Mi padre amaba Crespo y amaba a ese motor, que fue la fuente de trabajo de tres generaciones, la de mi abuelo, de mi padre y mía; yo la viví y hasta cerca del 70 hacía funcionar el molino. Mi padre fue parte de la vida de Crespo y la mejor manera de homenajearlo fue restaurar este motor del cual hay muy pocas unidades en el mundo. Tiene 200 litros de cilindrada, cien veces la cilindrada de un automóvil y lo tuvimos que armar pieza por pieza”- dijo a Paralelo 32, el licenciado Franz Sagemüller, mientras aguardaba la llegada de sus invitados. “Mi padre me dejó muchas cosas, pero especialmente me dejó valores, por eso hago estas cosas”- afirmó el entrevistado.
Recordó que “este motor fue reemplazado por uno eléctrico con un mando central para gobernar el molino; pero estuvo más tiempo instalado en la fábrica, se lo arrancaba regularmente cuando había una crisis energética”.
“Este motor tiene nombre, se llama el morocho y lo descubro en una cena en Buenos Aires, me lo recordó mi suegra una mujer de 84 años con quien a mis padres les gustaba hablar de este motor, y me vino a la memoria, pero no le pude poner el morocho porque ya había hecho la placa”- se lamenta.
El presidente de Sagemüller relata “mi padre tenía una ilusión, iba a donar ese motor en la medida que alguien lo tuviera bajo techo. Eso no sucedió y en La Frisia estuvo guardado por más de 20 años. Él lo hizo desarmar pieza por pieza. Cuando me acordé, dije vamos hacerle un homenaje a mi padre, ahora que cumplimos 121 años”. La pieza, de 32 toneladas, fue íntegramente restaurada y armada en el lugar donde se emplazó, por Pablo Rothar, un empleado de la firma, con la colaboración de personal de talleres e ingeniería de la empresa quienes trabajaron durante seis meses para lograr el objetivo. “Pablo es un eximio artesano, lo quería mucho a mi padre, fuimos juntos a la escuela, es como de la familia” – definió el presidente de Sagemüller S. A.
El motor también quedó plasmado en una pintura del artista plástico Ricardo Kemerer, ex empleado de la empresa, quien reprodujo de memoria la vieja sala de máquinas del molino harinero donde funcionaba.
“Es el motor de Crespo –recalca Franz- , sencillamente porque el primer emprendedor de Crespo fue mi abuelo, quien hizo algo muy interesante que continuó mi padre. Hoy Crespo tiene un grupo de emprendedores, hay una suerte de contagio, por eso lo considero un pueblo diferente, lo hace distinto a otro lugares sus emprendedores y por otro lado la cultura del oficio y del trabajo”.
La empresa Sagemüller es un lugar de mucha historia, la casa de familia misma. “Soy el único de dieciséis hermanos y primos que nació en esta casa con una partera y el apoyo del Dr. Soñez”- dice el entrevistado. Por otro lado, el centenario roble alemán que luce impertérrito en el parque, “y ahora está el motor, estoy cumpliendo con el legado, esto es un tributo a toda esa gente que hace al progreso de Crespo”- concluye.
El historiador Orlando Britos en su libro “Historia de la ciudad de Crespo 1939-1955”, pág. 187 hace referencia a este motor y relata “(…) la creciente prosperidad de la empresa puso a la firma en la necesidad de adquirir un motor tipo Diesel accionado a fueloil o aceite crudo, de una potencia aproximada de 350 HP que funcionó hasta hace algunos años atrás. En aquel entonces se le acopló una dinamo nueva de 77 kw por cuanto era necesario suministrar suficiente energía eléctrica a Villa Crespo y Aldea San José, las que habían progresado notablemente, la concesión de este servicio fue transferido después a la Cía de Electricidad del Este Argentino”. Esto revela otra faceta interesante del histórico motor de la empresa Sagemüller haciendo posible el alumbrado público de la entonces villa.
Ya en 1919 la empresa Sagemüller había tendido la red de alumbrado público desde la usina de su molino emplazado en la entonces Aldea San José, haciendo posible la instalación eléctrica en el templo, en junio de ese año.
Otras piezas históricas
Desde hace un par de años Alimentos Sagemüller empezó a exhibir, debidamente protegidas, otras piezas históricas de su molino. En la esquina de Yrigoyen y Otto Sagemüller luce un banco de cilindros, de principios del siglo pasado, totalmente restaurado y en el Frigorífico un Compresor Sinfa de los años 50. “Me gusta restaurar las cosas y hay que darle valor”- señala el actual presidente de la firma.