La carne de pollo, alimento tradicional argentino
En el marco de la celebración del Día de la Tradición el pasado viernes 10 de noviembre, el Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (CINCAP) explicó porque la carne de pollo es parte tradicional de la mesa de los argentinos.
Según los últimos estudios del CINCAP, en la actualidad cada habitante del país consume alrededor de 44 kilos de carne de pollo al año, lo que equivale aproximadamente a tres porciones por semana y a casi 35 % del total de proteínas de nuestra alimentación.
Su amplia disponibilidad y fácil acceso, sumados al sabor, la textura y sus propiedades nutricionales, hacen del pollo un alimento altamente saludable, se indicó.
El Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo resaltó que estas cualidades lo convierten en protagonista de varios de los platos más típicos de la cultura gastronómica local. Entre las variedades de platos tradicionales creados a base de carne de pollo se identifican las empanadas, las milanesas y supremas, el pollo a la parrilla, al disco o al horno y el clásico guiso de arroz con pollo.
Desarrollo de la avicultura entrerriana con expansión nacional
Crespo fue el territorio donde se inició la apuesta avícola entrerriana -a principios del siglo XX-, la cual provee de huevos y carne blanca a todo el país. El desarrollo luego tuvo eco en otras ciudades, como Concepción del Uruguay, Colón, San José, Gualeguay y Villaguay.
Fue Luis Kaehler uno de los precursores de la actividad avícola industrializada en Crespo, quien en 1924 fundó el criadero “Standard”, llevado adelante en una época de deflación económica. En esos tiempos, Luis también comenzó a hacer colaboraciones a diarios y revistas argentinos y europeos sobre “avicultura moderna”, los cuales comenzaron a tener repercusión en los circuitos socio-productivos. Asimismo, participaba con sus ejemplares de gallinas ponedoras en ferias y rondas de negocios de la Sociedad Rural Argentina, donde recibió premios y reconocimientos.
Su estilo se fue imponiendo en la región, ya que innovó con métodos de alimentación, control del pedigree y el cuidado de peso y tamaño de ponedoras, lo que le permitió elevados índices de calidad en la producción de huevos. Sus productos se comenzaron a comercializar en reconocidos mercados comestibles de Buenos Aires. Ya en 1961, el criadero vendió más de un millón de pollitos en varias provincias de nuestro país.