Hugo Macchiavelli presentó su libro “Quién soy”
Hugo Macchiavelli, periodista e investigador, presentó su libro “Quién soy”, que combina parte de su historia de vida con la situación del país en relación a la búsqueda de identidad de las personas. Cuenta, en entrevista con la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), cuánto afecta al respecto el crimen organizado y qué podría aportar la lectura de libro.
¿Fue su situación personal la que lo llevó a realizar la investigación?
La verdad que no. Me encontré casi en el medio de las historias con mi situación personal. Vengo investigando estos casos desde hace bastante tiempo, incluso antes de que supiese de mi condición de adoptado. Y en el medio conocer esto me generó una cuestión personal que no pensaba incluir hasta que a la editora de Urano le pareció una idea muy buena incluir en la historia y yo le dije: “sólo con la condición de que sea una historia más y no el leit motiv del libro”.
El libro cruza tres géneros: la investigación periodística, la crónica y el ensayo jurídico, porque el corpus fue presentado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, en el marco de una especialización sobre crimen organizado el año pasado.
¿Con que hipótesis realizó la investigación?
Más que una hipótesis general hay un análisis de casos. En términos científicos es más lo cualitativo analizando cada situación en un contexto del derecho particular. Una cosa es qué pasa con el abandono de los chicos; otro ítem es qué pasa con la supresión de identidad, como en mi caso; qué pasa cuando se acompaña la gestación de un embarazo, generalmente de chicas muy jóvenes en el Norte argentino, en particular en Misiones, Oberá. Y hay toda una serie de pasos de fronteras que ubican a las embarazadas hasta estudios jurídicos y hasta jueces involucrados en una trama para generar adopciones ilegales. Qué pasa con los chicos que son abandonados.
¿Cómo es, en breves palabras, el mundo de las adopciones en el país?
Hay una nueva ley de adopción con el nuevo Código Civil. Sin embargo, el problema no reside tanto en la ley sino en cómo los juzgados atienden y cómo es el seguimiento de las parejas que quieren adoptar. El Estado termina funcionando como un obstáculo o como un prolongador de las circunstancias de quienes buscan adoptar y los chicos que están en hogares buscando ser adoptados y hogares de tránsito, que es una modalidad que por un lado mejora la asistencia de los chicos, en tanto y en cuanto las parejas pueden recoger un chico un fin de semana y estar con ellos. Pero les impide, una vez que se produce un vínculo, que ese chico pueda ser adoptado por esos mismos matrimonios. Es una contradicción que atenta contra algo muy natural que es el deseo de ser padres.
¿Cuál es la relación del crimen organizado con este tema y en qué situación se encuentra la Argentina respecto del resto de América Latina?
El crimen organizado justamente tiene distintas etapas, de las más oscuras que tienen que ver con la asistencia a personas de muy bajos recursos. Como me pasó en el caso de Oberá, en Misiones, donde el ex intendente Dalmau dijo en una entrevista que yo le hice, que esa ciudad era un “depósito de panzas”.
Es decir, que casi que gran parte de los embarazos eran, no solo buscados por estas punteras políticas sino que además con distintos pasos; desde la puntera o la buscadora de panza; pasando por buffet de abogados o personas que tienen una logística para reunir la búsqueda de algún padre en Capital o en cualquier lugar del país o en el exterior; pasando por una partera, enfermera o alguien del hospital, que da asistencia, cuidado y oculta todo el proceso de gestación que se está haciendo, no ilegalmente en sí mismo sino que con la idea definitiva de transformar en mercancía a ese niño; y obviamente una instancia que, a veces se da y a veces no, con propios magistrados que hacen los papeles, a veces se hacen en el hospital o a veces se pueden llegar a hacer en un juzgado, haciendo que ese chico en verdad parezca ser el hijo legítimo del matrimonio que lo fue a adoptar, cuando en verdad no lo es.
Ese crimen organizado en la Argentina funciona sobre todo en lugares mucho más pobres. Incluso a nivel del Mercosur. Este intendente y algunas otras personas que entrevisté allí en Misiones me decían que se habían requerido chicos hasta de Brasil. Incluso me dijo concretamente: “me vinieron a buscar un negrito que yo me pudiera llevar como ‘valet’”, como servidumbre. Ese crimen organizado todavía en la Argentina todavía tiene muy poca sanción.
O sea que todavía la adulteración de la documentación funciona como un eslabón del crimen organizado.
Son pequeños grupos que trabajan al margen de la ley. Incluso si uno busca en Internet “busco adopción” van a aparecer páginas que ofrecen este tipo de servicio. Con lo cual, sería muy posible para la justicia si tuviese la voluntad de hacerlo, desbaratar distintas bandas que siguen funcionando como parte de lo que se llama “la red de trata de personas”. Porque en definitiva la venta de bebés es un hecho de trata de personas.
¿Por qué cree que la justicia no lo hace?
Porque creo que la justicia está sobrepasada en todos sus aspectos. La justicia es uno de los sectores que menos avanzado está. Por ejemplo, Brasil tiene todo informatizado y acá todavía los papeles funcionan como la manera en que se documentan las cosas. El código de procedimientos sigue siendo muy torpe y los fiscales la verdad que tienen tantos problemas en atender las urgencias, y la necesidad política por ahí va por otro lado, y estos temas siguen funcionando bajo un telón de sombras porque evidentemente no es el tema más importante aunque sí lo es. Porque tiene que ver con la vida y con ser hijo o con ser padre.
¿Cuáles son las principales revelaciones de tu investigación?
Creo que tiene varios aportes. Por un lado, el hecho de que en Argentina hay más de tres millones de personas que buscan su origen aún hoy. Hay un desconocimiento de esto y me parece que es un tema que ha pasado, yo soy previo a los 70, y sigue pasando. Es decir, se ha hecho solo hincapié en los hechos vinculados con la dictadura militar y sin embargo esto pasó y sigue pasando. Hoy la gente en la Argentina, busca adoptar, me acaba de pasar con un matrimonio que acaba de adoptar tres niñas en Rusia, mientras que hay un montón de chicos con ganas de ser adoptados y padres que quieren hacerlo.
Entonces, me parece que el libro por un lado pone en juego esto como una forma de que se hable del tema; por otro lado, explica qué hacer en el caso de que uno pase por alguna de estas situaciones, da herramientas jurídicas para los que pueden estudiar o pueden interesarse en la cuestión de la identidad; y por qué no también tiene una mirada esperanzadora sobre esto, porque no es que es todo duro e imposible de ser solucionado.
Sobre el final del libro hay también un tratamiento que busca trabajar la identidad como para que esto sea más una respuesta a inquietudes que todos tenemos. El libro excede largamente la cuestión de la adopción ilegal, con supresión de identidad o la venta de bebés. Tiene que ver con la identidad en general.