Fracasó un emprendimiento interesante de piscicultura
Victoria.- Con mucha ilusión, a mediados del 2015 un grupo de emprendedores conformó cooperativas para desarrollar un proyecto de piscicultura en nuestro río, la mayoría eran pescadores y obviamente con experiencia. Llegaron jaulas, elementos de infraestructura, pero se cortaron las partidas y el emprendimiento fracasó, según explicó Héctor Omar Flores, esta semana. El último reclamo data de junio del 2017 cuando todavía se les adeudaba del plan 1,9 millones de pesos para el proyecto piscícola.
El ex Director de Desarrollo Económico y Vivienda, Nelson Quinteros, explicó que en su momento se trató de impulsar un plan provincial con financiamiento de la Nación, todo era supervisado por el Ministerio de la Producción de la provincia.
Una de las exigencias para que la propuesta se llevara a cabo era que se hiciera bajo la forma asociativa de cooperativas, lo que implicó que tuvieran que comenzar conformando las mismas con la participación de pescadores. De tres que se organizaron terminaron funcionando dos y una de ellas tenía menor actividad.
Proyecto
El ex funcionario recordó que llegaron las jaulas y una de las cooperativas logró instalar cuatro en la zona de El Bracito, en la intersección con el Riacho Victoria, el curso de agua en ese lugar tiene una profundidad de 3 metros estimativamente, en ese sector se produce una suave corriente (esto es importante) donde colocaron las jaulas que estaban sostenidas por un sistema de boyas.
En un camión cisterna fueron traídos alrededor de 800 ejemplares de bagre negro, entre alevinos y otros de mayor desarrollo. Por cada cooperativa la provincia entregaba 30 jaulas, el alimento balanceado, un contenedor para que la gente resida en el lugar, un grupo electrógeno y una lancha. Con esta infraestructura se incorporan los peces a la jaula y dos veces por día como mínimo tenían que trasladarse hasta el lugar para alimentarlos.
Desde la Dirección trabajaron para que los potenciales compradores lo trataran en forma directa a la cooperativa, a diferencia de la pesca tradicional, que una vez realizada la captura se debe entregar a acopiadores o frigoríficos. En el primer caso no había premura y podían esperar hasta que se cierren los negocios, porque el pescado seguía en jaula.
De acuerdo a lo planificado, por cada jaula cargaban como máximo 800 kilos de peces vivos que demoraban 6 meses para su terminación. El sistema no intentaba reemplazar a la pesca artesanal sino que la idea fue generar un nuevo sistema de explotación. Por otra parte, el precio de venta del producto en cautiverio es mayor que el silvestre.
El objetivo final era llegar en el tiempo a 120 y 150 jaulas por cooperativa, y cuando se completara esa cantidad los socios podrían tener beneficios interesantes. La provincia fue cumpliendo, quedando pendiente la tarea de las cooperativas.
Problemas
Esta semana –en diálogo con Paralelo 32– Quinteros explicó que no fue un emprendimiento sencillo porque se fueron presentando algunos problemas, aunque aseguró que el proyecto fracasó porque dejaron de enviar las partidas de dinero desde la Nación.
La conformación de las cooperativas llevó su tiempo, comenzaron en el 2015, se hicieron todos los trámites y la Dirección Técnica del proyecto estuvo a cargo de Luis Campagnucci, un especialista en el tema.
Comenzaron a trabajar pero se presentaron algunos problemas, las jaulas estaban colocadas en algunos sectores del río aledaños a la costa para poder atenderlos, pero posteriormente se comprobó que generaba sedimentos que se adherían a las paredes de las jaulas. Había que cambiarlas.
Se consideró que el sector que mejor se adaptaba, según el técnico, eran lugares aledaños al viaducto donde había sectores del río con mucha profundidad, allí se podrían instalar las jaulas. Se hicieron gestiones ante el OCCOVI pero no autorizaron esta petición.
El proyecto original contemplaba la entrega de 2,3 millones de pesos, pero solamente llegó una parte y quedaron pendientes partidas por más de 1,9 millones de pesos.
También faltó un espacio en lo firme o galpón donde dejar las jaulas, mientras tanto quedaron en predios de particulares.
La producción de bagre negro era la más conveniente y por cada jaula se producirían alrededor de 700 kilos semestrales. Ocurrió que en esa época los pescadores, con la captura diaria que obtenían, no los estimulaba seguir en ese trabajo y muchos dejaron la cooperativa. La tarea de alimentar a los peces todos los días tenía que contar con socios que en forma rotativa se encargaran de hacerlo.
Empezaron la cría en febrero y en pleno desarrollo de los ejemplares ingresaron en otoño invierno. En esa temporada no se desarrolla el pescado, permanece muy quieto y no gana peso, a diferencia de lo que ocurre en primavera-verano. Es decir que en pleno crecimiento tuvieron que enfrentar los descensos de temperatura y problemas de crianza.
Todos estos problemas, con el auxilio de un Director Técnico que fue subvencionado por la provincia, se podrían hacer sorteado. Eligiendo lugares nuevos en el río, ser celosos con el periodo se siembra y realizar un seguimiento continuo.
De las tres cooperativas que se conformaron a nivel local, dos quedaron trabajando y podrían haber seguido, pero por la falta de envío de las partidas el proyecto se frustró.