En lo más alto del pináculo festivalero
Merecida respuesta del público ha tenido este año el Festival de Diamante, con una concurrencia que sorprendió a los organizadores. Merecida porque este festival entrerriano está indiscutiblemente al nivel de los mejores del país, desde su espectáculo y la conducción hasta la calidad de las tropillas y los jinetes, sus payadores que superan a tantos en el arte del canto improvisado, sus relatores, números artísticos de alto renombre nacional, y su organización, todo avalado con una experiencia de 47 años.
El esfuerzo de su pueblo ha puesto a Diamante en el pináculo de los grandes espectáculos nacionales desde hace varios años, con la colaboración de instituciones, colegios, y 180 parejas de vecinos capaces de dedicar su tiempo para ensayar durante interminables horas las presentaciones del ballet Diamante Baila, dirigido por Mario Móttola, que emociona hasta los tuétanos. Destrezas criollas donde participan hombres y mujeres, adultos y niños del semillero criollo que garantizan la continuidad del arte de representar nuestras tradiciones ecuestres.
A todo esto hay que sumarle los valores propios de la ciudad, sobre todo sus músicos y cantores, porque debemos reconocer que de este pueblo costero han surgido artistas destacados de la canción entrerriana y litoraleña. Y sus copoblanos los reconocen cada año, como ocurrió ahora con don Hipólito Sosa, aplaudido de pie en su homenaje donde se demostró una vez más que Diamante es un pueblo sensible y agradecido.
Conducción y medios
Párrafo aparte para sus conductores, porque el diamantino Pablo Markocich ya tiene bien ganado el galardón de “maestro” del arte de la conducción, discípulo de otros grandes que lo han precedido en este escenario, donde en esta oportunidad estuvo acompañado por Carolina Domé.
Nada le falta a este Festival para ser transmitido en directo por la televisión pública. Lamentablemente coincide en la fecha con Jesús María, que ganó mucho antes aquel espacio para el directo, aunque el canal del Estado ofrecerá imágenes en diferido, pero falta todavía que los grandes patrocinadores, las marcas nacionales, comprendan su importancia y oportunidad.
La gran pregunta es si este Festival necesita golpear puertas en Buenos Aires, siendo que sin haberlo hecho, su amplio campo de realización se ve colmado casi todos los años, y en este 2018 desbordó.
En esta oportunidad, además de un gran número de periodistas de medios de todo el país, estuvo T5 Satelital, de Corrientes, un canal litoraleño de alta definición que emitió desde el Festival durante 6 horas cada noche, señal que se puede ver en distintas provincias a través de canales de cable que lo han incluido en su grilla, tal es el caso de Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Catamarca y Salta. Para el Festival lo tomó en directo el Canal 11 de Paraná (de aire), mientras que la creciente cofradía de los que prefieren una PC antes que un televisor, pudieron seguir el espectáculo en directo a través de www.paralelo32.com.ar, que baja la señal (strimming de video) de T5 en forma permanente.
En toda la Argentina se realizan unos 2.700 festivales al año, con pretensiones diferentes en cuanto a su organización, modestos y majestuosos, y casi todos tienen fuerza propia prescindiendo del “ombligo” geográfico, porque les basta con su región. Pero aun así, siendo las provincias el sustento de nuestras tradiciones, es bueno que las conozcan las nuevas generaciones en las grandes urbes, por eso el interior debe estar más presente en la CABA, o en la misma proporción que los medios de la CABA son receptados aquí.
(Luis Jacobi)