El pan de nuestra celiaquía
Sobre el pan hay registros muy antiguos. De hecho, el trigo cultivado lleva algunos miles de años y desde entonces se lo valora como alimento básico histórico, junto con la leche. Sin embargo es muy reciente esta preocupación que plantearemos, que en el siglo XXI se cierne sobre el noble producto.
Hablamos obviamente del pan de harina de trigo, que fuera y es por excelencia el alimento de los pobres, del que los pudientes no se privan, salvo cuando están en dieta para bajar de peso.
La elaboración de este alimento básico es conocida desde dos mil años antes de Cristo, cuando los egipcios lo comían con harina sin fermentar hasta que descubrieron su fermentación por casualidad.
Pero no vayamos tan lejos. Nos hemos criado sin haber oído nunca que el pan “hace mal” a quien lo consume. Esto no significa que el problema no existiera pero nos toca en la actualidad saber que es imparable el crecimiento de personas que padecen celiaquía (incluidos niños), o colon irritable, por causa del gluten de la harina con que se elabora este noble producto y tantos otros.
Las primeras culpas recayeron sobre el siempre sospechado glifosato. Por otro lado el doctor Norman Borlaug alcanzó celebridad por lograr una mejora (modificación) genética en el trigo, con lo que logró duplicar la producción para saciar el hambre de mil millones de personas más en el mundo, mereciendo un Nobel de la Paz en 1970.
Con temor y confesando nuestro desconocimiento, nos permitimos preguntar si el precio de esta salvación de millones no es la enfermedad de muchos otros que padecen los dos males antes señalados y no pueden ni oler algo que contiene harina de ese trigo genéticamente mejorado. No estamos afirmando nada, solo pensando por qué el pan nuestro de cada día, ahora tiene poder de daño.