¿El aplauso es ‘la opo’ de la razón?
** “Mesa, Mesa, mesa que mas aplauda / mesa que mas aplauda, mesa que mas aplauda / le mando, le mando, le mando a la niña”. Habla el político desde el escenario y el animador estimula…. ¡Mesa que aplaude solo porque de algún aplauso hay que morir! ¡Mesa que aplaude por si las moscas!, ¡la que aplaude por pulsión, aliviando su tensión!, ¡la que aplaude para no parecer amarga!, ¡la de los crédulos!, ¡de los que aplauden letras muertas!, ¡la de los que oyen felices lo único que están dispuestos a escuchar! Mesa de los que aplauden sin entender un renglón pero esperan recibir a la niña de la canción.
** ¿Por qué aplaudimos? Los etólogos –guasos que estudian el comportamiento de las especies– afirman que es una característica inherente al ser humano, comprobada a partir de la observación de bebés y chimpancés, que aplauden espontáneamente para demostrar contento, felicidad o emoción. Una cosa está clara y es que al aplauso garpado no lo inventó ni Cristina ni sus antecesores, sino Nerón en Roma, que contrataba a inmensos grupos de personas (hasta 5.000) para que aplaudieran, a cambio de una paga monetaria, cada vez que pronunciaba sus empalagosos discursos o entonaba sus insufribles canciones.
** El aplauso es una forma de aprobación pero también de descarga de nuestras tensiones, por lo que nunca sabremos, donde hay un grupo o multitud aplaudiendo, si están aprobando un discurso o sacudiéndose algunas roñas de encima. Aun así, es un simpático y amable lenguaje de comunicación universal; un recurso para vencer la razón cuando se pone cabrera.
** Inspiran respeto aquellas personas que confían en algún prócer o candidato a prócer de la política y lo manifiestan públicamente en las variadas formas que se puede hacerlo. Aplaudiendo en un acto, defendiéndolo en las redes, acompañando como se quiere o se puede…
Ningún respeto merecen en cambio los que se aprovechan de esta sensibilidad (si querés llamarle fidelidad, dale) cada vez más escasa.
A ley puesta, ley muerta
** Se largó por estos días una nueva carrera de diputados y senadores para el Congreso de la Nación, a elegirse en dos instancias, en agosto y octubre próximos. Para pedir el favor popular ellos hablarán sobre qué hacer en el futuro, pero también de lo que han hecho ellos como individuos o colegiados como partido político, y en ese punto se le complica a su público discernir la verdad de la mentira y de la tan eficaz media verdad. Es que a veces ni siquiera mienten, solo sueñan.
** Si tantas leyes buenas hicieron los que piden nuevamente el voto para acceder al Congreso de la Nación, de cualquier parcialidad que sean, ¿cómo es que no terminamos de arreglar los problemas del país y orientarlo hacia un destino grande en el contexto americano?
** En favor de nuestros legisladores hay que decir que muchas veces son víctimas del sistema. Presentan proyectos, algunos se convierten en leyes y mueren antes o después de ser sancionadas. El sistema es complejo y no hay que apresurar el aplauso. Como sociedad simplificamos demasiado al creer que si un legislador anuncia que presentó un proyecto para esterilizar mosquitos, a la semana siguiente alguien empezará a capar a estos insectos.
Chupetines para la gilada
** Pongamos esto en escena para ser más claros… El Ejecutivo nacional, un bloque de la cámara, o un legislador en particular, anuncia que, atento a un reclamo popular, presentó tal o cual proyecto.
En aquellas mesas donde guste el proyecto, aplaudirán al inspirado que lo elaboró, con la aliviadora sensación de que acaba de resolverse un problema en el país. Pero la realidad nunca sube a los escenarios ni se cuela en los estudios de televisión. Va por otro lado. Suele ser laberíntica, oscura, huidiza, abandónica… No toda ley llega a su aplicación. Y ley que no se aplica es letra muerta.
** Supongamos un proyecto de ley de estímulo a los papagayos bilingües. Si aprenden un idioma más recibirán girasol tostado gratis y análisis de sitacosis sin dolor. Lo presenta el diputado Fulanez para su tratamiento en el Congreso nacional o una legislatura provincial, y en las mesas aplaudidoras lo damos por realizado, concretado, listo. A la semana ya le hemos enseñado al loro a decir “the boock and the table” y nos presentamos en alguna ventanilla con el animalito para reclamar la semilla oleaginosa.
** Mientras tanto es probable que el proyecto de ley aún aguarde en Mesa de Despacho. De ahí en más, puede suceder que se le de ingreso y pase a una de las Comisiones, o muera en alguna parte. Le espera un duro camino… No toda ley llega a su aplicación.
Muchas son enviadas al Congreso por el Ejecutivo para congraciarse con algún grupo militante. Allí se aprueba y luego no se aplica. Era “para la gilada”, con copia a las mesas que más aplaudan.
Mire, ¡nos han macaneado tanto de esta forma! Miles de personas reunió Blumberg en una marcha y le dieron el gusto de crear una ley más dura con los delincuentes, que calmó los ánimos y nunca se aplicó.
Más letra muerta
** El hecho es que quizás el Congreso no lo trate al proyecto, o pase a Comisión y allí tenga dictamen desfavorable, o pase esa instancia y más adelante obtenga media sanción, irá al Senado, le harán reformas y lo mandarán de vuelta, quizás termine sancionada pero el Ejecutivo no la reglamente y entonces no habrá aplicación práctica.
** ¿Cuántos discursos, cuántos aplausos, cuántos votos a favor habrá movilizado aquella ley que ordenaba poner en marcha un registro nacional de violadores? La ley fue sancionada en 2013 pero nunca reglamentada. Fue una chantada. Hoy, cuatro años después, esto se cumplió a raíz del escándalo por la muerte de Micaela. Esta semana fue reglamentada y se creó el Registro Nacional de Violadores.
** Parece que ahora va en serio, pero contenga prudentemente su aplauso, por las dudas. Para ese registro se necesita hacerle un ADN a cada violador detenido. Los detenidos en nuestro país por delitos sexuales son más de 20.000. ¿Habrá laboratorios capaces de tantos análisis en un corto plazo, o habrá que crear uno ad hoc?
** ¡Lo que tienen que haber discutido en comisión para ponerle un nombre a esta otra!: «Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales». Así fue bautizada la norma número 26.486, sancionada el 11 de marzo de 2009, y cuya nula aplicación fue el eje central de la marcha #NiUnaMenos, que reunió a más de 150.000 personas frente al Congreso y movilizó otras decenas de miles en todas las provincias”.
Aplausos y abucheos
** Puro verso, la del nombre largo. Una vez que se apagó el aplauso por el anuncio de esta norma, se durmió, se marchitó, se enganchó en el recoveco de un ignoto cajón. Eso era posible porque no teníamos un Congreso sino una escribanía con mayoría de serviles.
¡Lo que habrán aplaudido desde las mesas que rodean habitualmente el baile, en aquel 2009, cuando se dijo “¡hemos sancionado por primera vez en la historia esta ley que…! Pero ley que no se aplica es letra muerta.
** La ley estaba, pero nunca se creó un registro único y centralizado de femicidios con información de todo el país y no hay suficientes hogares refugio para contener a las víctimas que deben dejar sus casas. ¿Habrá presupuesto para hacerlas?, además crear organismos específicos que se ocupen de la problemática y apliquen protocolos de seguridad y atención médica y acompañamiento psicológico para las víctimas.
** Violencia y abusos hay en todo el territorio nacional; ¿cómo se hace para que en cada pueblito y en cada metrópoli haya suficientes psicólogos de guardia, de lunes a lunes, para acompañar y apoyar a las víctimas, y los suplentes de los psicólogos para reemplazarlos cada vez que presentan carpeta médica o toman vacaciones, y los suplentes de los suplentes…? En el Estado nada es sencillo, ni barato, ni eficiente, ni controlable.
** El 30 de junio también se llenó un vacío que protegía a los delincuentes (buenos chicos que se hicieron malos por culpa nuestra). Éstos podían ingresar armados a un domicilio pero el dueño de casa, si repelía la agresión, se lo hacía penalmente responsable. Se acabó. Una nueva ley cambió esa situación.
** Si le gusta, aplauda. No importa en qué mesa esté, si en la de los troskos, los zurdos, los gorilas, los fachos, los indiferentes o los indecisos. Aplauda que hace bien y frente a alguna de estas leyes podrá decir “me sirve”. Después de todo, los argentinos estamos unánimemente con el partido utilitario.