De José Metaiponga a Pocho Cortamolaruta
El primer tramo de El Mangrullo que ofrecemos hoy, con lenguaje de sainete para que la realidad duela menos, data del mes de junio de 2001 y permite comprobar que en ciertos aspectos, sobre todo en actitudes de los activistas argentinos, nada ha cambiado en los 16 años de democracia transcurridos desde aquella publicación hasta hoy.
De José Metaiponga a Pocho Cortamolaruta
** El Riesgo País ya se ha convertido en riesgo pis. Ha crecido tan alocadamente en estos días que en cualquier momento De la Rúa y Cavallo se hacen encima.
La extrema situación que se vive por estas horas en Bajamarca desorienta al rastreador más baqueano. Ayer lo cruzamos a Pocho Cortamolaruta, hombre que en otros tiempos supo monopolizar la ruta del trabajo a casa y de casa al trabajo, y hoy está en la vía, a quien vimos dirigirse decididamente en dirección al piquete número 3862.
** — ¡Pocho! ¿qué lo lleva tan apurado?
— En cinco minutos empieza el tercer turno del piquete 3862 y me dieron oportunidad de estar. No vaya a creer que es fácil. Hay que hacer una larga cola para sacar número si uno quiere entrar en un piquete para cortar una ruta o una avenida céntrica.
— ¿Mucha gente interesada?
— Mucha gente y pocas rutas. Hay más focos de insurrección que brotes de aftosa. El grupo que yo integro debió esperar más de un mes hasta que quedara un tramo de ruta libre.
** — ¿Cuáles son los puntos básicos del reclamo?
— Es uno solo. Nosotros somos gente organizada. En la convención nacional de piqueteros pusimos orden, que cada piquete se encargue de un asunto. A nosotros nos toca reclamar por el alto costo de las cubiertas usadas que quemamos en los cortes de rutas.
— ¡Cómo! ¿Se las cobran?
— Y… es la oferta y la demanda ¿vió? Las cubiertas en desuso son hoy por hoy el producto de mayor demanda. Y lo que escasea cuesta. Nosotros pedimos que el gobierno haga algo para bajarles el precio, porque eleva mucho los costos del piqueteo.
** — ¿A usted le parece que les darán bola?
— No, qué nos van a dar bola si estos son unos insensibles totales. Es más, si se llegan a avivar le pondrán IVA a los neumáticos de desecho y con esa guita cubren tranquilamente el déficit presupuestario. Encima no alcanzan a darnos bola a todos. Pero en nuestra organización ya está designado otro grupo de compañeros y compañeras, responsables de cortar una avenida para reclamar que el gobierno le de bola a nuestro reclamo, que es en rechazo a la posible imposición del IVA a nuestra materia prima ¿me entiende?
— Si, lo que usted dice lo entiendo; lo que no puedo entender es eso que dice.
Contando chistes en el velorio
** Mejor hablemos del humor. Hay humoristas de todos los géneros que se las ingenian para vivir bien a cambio de movernos un poco el diafragma, gimnasia que a juicio científico, prolonga la vida. Algunos de ellos —los que hacen humor político— hallaron la envidiable forma de utilizar la corrupción y la ineptitud como materia prima. La interpretan, la procesan, exageran algún rasgo y esa manufactura ya alcanza para hacernos sonreír. Viven en prosperidad económica a instancias de una sobreoferta de materia prima y usufructuando también de una mayor demanda de sus productos; que a mayor desilusión y bronca más necesita el pueblo de los jarabes hilarantes.
** Ese sector del arte, pero también de la economía, desfila en estos días por un tragicómico patíbulo donde oficia de verdugo la propia realidad que alimentó sus inspirados chistes.
Son días de comprobación, donde nos interpela nuestro ser nacional, aquel que desde siempre nos dijo que si algo no perdemos los argentinos es el humor, para confesarnos que nuestro sentido del humor parecía infinito pero acaba de hallar su finitud en el hartazgo y la falta de un horizonte claro.
** «Desespera la desesperanza» escribió un notable periodista hace pocos días. No hay argumentos sólidos para desmentir esa afirmación.
Es desesperante carecer de esperanzas. Es el punto donde el hombre comprende que las mismas razones que lo hacían reír a través de las interpretaciones de los humoristas, son las que han cerrado todas las esclusas de salida hacia un futuro venturoso.
** Las torpezas o las avivadas de Menem, Alderete, Angeloz, Duhalde, Ruckauf, De la Rúa, y todo el resto de la fauna de truhanes o incapaces, ya no nos hacen reír. Ya nos reímos todo lo que teníamos. Nos limpiaron, nos vaciaron de risas, esperanzas y recursos…
La muerte tiene un costado gracioso cuando nos cuentan del borracho que dijo algo inoportuno en la sala de velatorios, pero al cabo de la risa vuelve a cobrar dimensión la tragedia del cadáver presente.
** (Fin de la versión 2001)
Breve historia de la calle
** Aquella alusión al humor gráfico del momento tenía una razón. A pesar del mal humor social, dibujantes como Nik o comediantes como Nito Artaza, decían que los personajes en juego ofrecían características ideales para el humor. Menem, Duhalde y Ruckauf eran personajes ideales para el humor, mientras que De la Rúa ofrecía un perfil único y menos simpático.
** En aquel 2001 con De la Rúa –de cuando datan los dos bloques anteriores de El Mangrullo- la desocupación, que venía del 14,3%; había trepado al 17,4% según el INDEC de ese momento, índice solamente superado por el gobierno de Carlos Menem en 1995, con 18,4% y 1997 con 17,9%.
La CGT le hizo precio al riojano decretando solo 1 paro por año, en cambio se mostró “más representativa” de sus bases durante el gobierno de De la Rúa, a quien le cobraron más del cuádruple (4,5 paros por cada año de gobierno).
** Casi dos décadas antes, Saúl Ubaldini (CGT) también le había cobrado caro a Raúl Alfonsín paralizándole el país 2 veces por cada año de gobierno, con una desocupación que empezó con 4,6% en 1983 y terminó en 7,7% en 1989, que es el nivel de desocupación con el que Cristina entregó el gobierno a Macri.
Un índice siempre crítico
** Un paro por año a Menem, creador de la desocupación de dos dígitos desde 1994 hasta 1999, con pico de 18,4% de argentinos buscando trabajo. Se mantuvo durante 3 años en casi 18% el desempleo mientras “el Turco” privatizó todas las empresas del Estado, sin reproche alguno, ni siquiera desde los sectores más estatistas, y en cada privatización quedaban miles de obreros en la calle (YPF, Somisa, etc).
** En 2002 teníamos la friolera de 19,7% de desocupados en el país. En 2003 el INDEC (Néstor) cambió de método para medir el índice de desempleo y, curiosamente, al año siguiente midió 5 puntos debajo de aquel record. En 2006 volvió a medir un dígito (8,7%) y desde entonces fluctuó y siempre se mantuvo por arriba del 6 %. Hay datos hasta 2014 con 6,5% y luego lo que se llamó el apagón estadístico, cuando ya nadie pudo saber índices oficiales de nada.
Según este mismo Indec, el 2016 (Macri) cerró con una tasa de desempleo del 7,6%, y arrancó con una protesta social diaria en Plaza de Mayo y Avenida 9 de Julio, marchas y paro general.
Comparación que eriza la piel
** Una última comparación, para no agobiar. Déjeme sintetizar una estadística sorprendente: La población económicamente activa (en edad y condiciones de trabajar) es de unos 19.000.000 de personas (45,2%) y la inactiva 23.120.000 (54,8%), sobre una población total de 42,2 millones de habitantes en Sojamarca.
** En enero del presente año había 12.047.084 trabajadores registrados, de los cuales 3.102.926 son empleados públicos. Esto representa el 25,7% de los trabajadores en blanco. En el 4º trimestre de 2011 el Ministerio de Trabajo de la Nación informó que en ese momento los públicos representaban el 17,6% de la fuerza laboral registrada. Aumentó 8 puntos entre 2011 y 2015.
** De los 12 millones está ocupado el 92,4%, nos quedan 11.131.505 (asalariados, monotributistas, autónomos y trabajadoras de casas particulares) que trabajan y aportan. Hay 3.102.926 de éstos en el sector público, es decir que trabajan y son indispensables casi todos, pero sus salarios y aportes vienen del Estado, que toma ese dinero de los aportantes privados. Le quedan 8.028.579 argentinos (19,02%) que producen, transforman, y hacen aportes genuinos, para que el restante 80,98% también pueda vivir. ¿Qué tal si los dejamos trabajar y circular libremente por las calles?
** ¡Brrrrrr! Qué tornillo. ¿Quién quiere ver tanta estadística en una columna como ésta, habitualmente distendida? Solo aclaremos todavía que aquellos lectores que deseen corroborar estos datos, ingresen a la página del Ministerio de Trabajo de la Nación.